Integración de la lectura con la escritura

Germán Gómez Veas | Sección: Arte y Cultura, Educación, Sociedad

Como hemos sostenido por años, la escritura es una habilidad superior de las personas y gran parte de la calidad educativa se verifica cuando los escolares egresan de los colegios, al demostrar una capacidad efectiva de escribir bien. Hasta cierto punto, para que los estudiantes egresen escribiendo con calidad, es necesario haber tenido un efectivo hábito lector que haya comenzado con la lectura en voz alta que le deben hacer sus padres y las educadoras desde antes de ingresar al colegio. 

En este contexto, la reconocida neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes ha advertido, reiteradamente, que los niños tienen que recibir los estímulos adecuados en el tiempo oportuno para que puedan desarrollar las habilidades fundamentales para los procesos de aprendizaje, en específico, las habilidades psicolingüísticas y las verbales. 

Las habilidades psicolingüísticas, señala la neuropsiquiatra, en un conocido texto de divulgación de tópicos educativos, evolucionan con claridad desde los siete años, en tanto que las habilidades verbales progresan firmemente durante los cinco primeros años de vida. Concretamente, el grupo de habilidades verbales incluyen la “adquisición de la fonología de la lengua materna y las lenguas secundarias a las que es expuesto el niño (…), la adquisición de la sintaxis de la lengua materna y las lenguas secundarias (…), y la capacidad discursiva: se refiere a la habilidad que posee un niño menor de cinco años para describir oralmente lo que observa, lo que observo o lo que imagina o imaginó. En algunos niños, la habilidad discursiva trasciende la mera descripción para tomar forma de relato o narración” (Céspedes, “100 preguntas sobre educación escolar”). Estas son decisivas para luego, progresivamente, desplegar la capacidad de escribir reflexivamente. Al respecto, conviene precisar que hay bastante consenso en la comunidad de investigadores en alfabetización inicial en cuanto a establecer que entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito hay un continuo (Cummins, 2000; Schleppegrell, 2004; Snow & Uccelli, 2009) y también las investigaciones muestran que el vocabulario es un gran predictor de la comprensión lectora (Beck, McKeown & Kucan, 2002; Cunningham & Stanovich, 1997; Duursma, Pan & Raikesb, 2008; Freebody & Anderson, 1983). 

De esta forma, cuando a los niños antes de los cinco años se les lee en voz alta, con frecuencia, y luego si ellos comienzan a incrementar la lectura personal, se estará sembrando los conocimientos y habilidades necesarias para que los jóvenes egresen del sistema escolar escribiendo satisfactoriamente y con un vocabulario amplio.

Entonces, si se toman en cuenta las evidencias, las autoridades educativas no pueden menos que asumir el desafío educativo planteado, a saber, que para que nuestros alumnos puedan finalizar su enseñanza media con calidad, es necesario que los colegios logren una integración funcional de la lectura comprensiva con la escritura reflexiva desde muy temprano; desafío en el que han de cumplir un fundamental compromiso las familias y también las educadoras de párvulos. 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Discusión el viernes 10 de octubre de 2025.