El Chile que viene y los saboteadores

Juan Pablo Zúñiga Hertz | Sección: Política

“Los saboteadores y enemigos de la revolución”, una de aquellas frases marxistas que de sólo escucharlas hace a las izquierdas radicales tiritar de éxtasis. Cualquier oposición a sus siniestros planes es tildada de sabotaje. Sin embargo, la misma estrategia deja de tener –para ellos– un tenor negativo, cuando son ellos los encargados de sabotear. Y es precisamente esa la actual tarea de las izquierdas más duras, que son mayoría en el lado siniestro de la política chilena, ya que los resabios concertacionistas que aún existen son un mero adorno.

Nunca se engañe, estimado lector, en el alcance que puede tener la maldad de las izquierdas radicales chilenas. En ese sentido, sepa que la tarea para el próximo gobierno será titánica, por no decir, extremadamente difícil. Lo será por la profunda erosión moral del país, por los cofres vacíos, y por el sabotaje que ya está en marcha.

El desfalco a las arcas fiscales es en sí mismo el primer elemento de sabotaje; sin recursos será muy difícil echar a andar todos los proyectos y reconstrucciones que el actual gobierno nunca hizo. Al mismo tiempo, sin estos, pensar en nuevas obras, como por ejemplo la modernización del sistema de aguas del país, será casi imposible. El segundo elemento de sabotaje que estará esperando al próximo gobierno son las decenas de miles de funcionarios públicos inamovibles e incompetentes, que atornillarán al revés desde la transición al nuevo gobierno. Si eso no bastase, viene más. Pero su forma dependerá de quién gane las elecciones.

En el caso de que gane José Antonio Kast –que así esperamos la mayoría de los chilenos– el sabotaje a su gobierno será feroz. No hay nada que las izquierdas radicales chilenas disfruten más que el caos y la destrucción. Perdón, corrijo pues sí hay algo que les gusta más: la plata ajena. Si bien saben que las condiciones sociales y mentales de hoy no son las mismas que en 2019, van a ejecutar una asonada insurreccional 2.0. Ya que esta vez no tendrán el apoyo sustantivo de los incautos de la vez anterior, la única alternativa que les queda para tener éxito será recrudecer la violencia. Los paros y movilizaciones serán pan de cada día, de manera que a José Antonio no le cabrá otra alternativa más que tener mano firme y utilizar todos los recursos de fuerza que no fueron usados por el presidente Piñera, situación que será posible sí y solo sí Eidelstein y compañía no socavaron lo suficiente el Ministerio de Defensa.

En el caso de ganar la Sra. Matthei, la tarea será más fácil para el sabotaje de las izquierdas, pues encontrará en ella y su gobierno los mismos impulsos claudicantes que encontraron con el señor Piñera quien rápidamente entregó la Constitución en bandeja de plata. Un eventual gobierno de Matthei no tendrá como alternativa ceder la constitución frente a una asonada insurreccional, pero podrá claudicar a algo mucho más preciado para las izquierdas: el poder. En otras palabras, harán lo posible para, primero, llenar su gobierno de fulanos de izquierdas radicales travestidos de socialdemócratas para luego, segundo, forzar la caída de Matthei y, o quedarse con el gobierno, o lisa y llanamente forzar nuevas elecciones.

Usted creerá que estos son pensamientos fantasiosos y especulativos. No tengo en mis manos la hoja de ruta ni el itinerario insurreccional de las izquierdas para los próximos años, pero, estudiando la historia y analizando detenidamente sus pasos desde 2014 a la fecha, verá que estos escenarios no solo son altamente plausibles, sino que algunos ya están en curso. ¿Qué le cabe a usted y a mí a este respecto? Votar sabiamente y tomar parte activa ofreciéndose como parte de esa reserva moral y espiritual que aún le queda a Chile.