Boric, una vez más
Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política
Un gran amigo me autoriza para utilizar en esta columna algunas de sus certeras apreciaciones sobre la cadena presidencial del presidente Boric.
Aquí vamos.
En primer lugar, con independencia de la falta ética en que incurrió al utilizar su investidura para referirse a un candidato en plena campaña, Boric ha transgredido una de las más importantes máximas en el ejercicio del poder: “Jamás atacarás a tus rivales, porque desde tu posición lo único que harías sería elevarlos a la misma altura en la que tú estás”. A los adversarios directos, y en especial a quienes pretenden ser los reemplazantes de su propia magistratura –como es el caso de José Antonio Kast– se les debe ignorar por completo. No deben existir, dice el manual.
Pero como Boric se deja llevar por unos instintos primarios que solo se pueden analizar desde la biología, olvidó por completo esa máxima –si es que la conocía– y posicionó a Kast en situación de privilegio, colocándolo como único interlocutor en las disputas por el poder.
¿Qué pudo llevar al presidente Boric a cometer un error de esa magnitud?
Quizás hayan sido las encuestas que maneja La Moneda, y en las que el candidato Republicano se esté afianzando claramente con la primera opción para ser el nuevo presidente de la República. Una información de esa naturaleza siempre provoca desesperación en quienes perteneciendo al bando contrario ven cómo se esfuman las posibilidades de retener el poder. Y, entonces, se toman decisiones comunicacionales de carácter pasional que revelan la angustia que se experimenta en Palacio.
La candidata del partido comunista se dio perfecta cuenta del error cometido y procuró desmarcarse de la crítica de Boric a Kast (al fin de cuentas, aunque intente disimularlo, tiene toda la sapiencia táctica de los comunistas) pero ya era demasiado tarde. Boric la había descolocado, entregándole a Kast la primacía en la carrera electoral.




