El fantasma comunista
Rodrigo Ojeda | Sección: Historia, Política
Hay fantasmas que son reales. La candidata del amor y el mimbre, es y será comunista. Su ascenso y despliegue no deben ser minimizados ni combatidos exclusivamente desde el anticomunismo visceral. Su apuesta es llegar a la segunda vuelta presidencial, con o sin esteroides. Jara se muestra remozada a través de una estética comunista que confunde al electorado, con desplante y sencillez. Dice que representa ideas progresistas y de centroizquierda. Jeanette Jara, está en campaña con promesas de todo y para todos. Viene a ofrecer su corazón, crecimiento económico, seguridad, justicia social y democracia. En las bambalinas está el Partido Comunista (PC). Su paradigma es marxista-leninista, y mantiene inalterables sus objetivos: obtener el poder total y establecer una sociedad sin clases.
La exministra repite lo que algunos quieren escuchar, ya que su meta es “ampliar la base electoral”. Estoy disponible “para despejar temores”. Es que el comunismo sabe mimetizarse en las elecciones y en la vida democrática. Superar la “democracia burguesa” y oponerse al “imperialismo”, suena trasnochado, pero sigue vigente en la cúpula dirigida por el cosmonauta del PC: Lautaro Carmona. Hay que enfrentar al comunismo en todos los espacios, porque son muy astutos reescribiendo la historia y borrando las huellas de su pasado criminal. Aunque nos digan que el PC actual tiene matices, es el Comité Central el que toma las decisiones calculadamente. Para otros, Jara es Bachelet 3.0.
¿Cuál es el compromiso del PC con la democracia? La revisión del pasado local nos recuerda que el comunismo apostó durante el año 2019 por el derrocamiento de Piñera desde la calle y la refundación de Chile, en el rechazado primer experimento constitucional. No hay que olvidar que no firmó la “salida institucional” vía reforma constitucional durante la crisis octubrista. Décadas atrás, el PC no participó de la transición pacífica y democrática. Para ellos, la transición fue una “traición y concesión con el dictador”. Durante la década del ochenta, el PC optó por la lucha armada y su objetivo declarado: “derrocar al tirano”.
El comunismo actual está disponible para realizar otras concesiones, desde lo estratégico y electoral. Ha reaparecido el fantasma de los años setenta: las llamadas “Garantías Constitucionales”, que nos remontan hasta la Unidad Popular (UP). Tras el triunfo de Allende y su mayoría relativa, la izquierda negoció con la Democracia Cristiana (DC) un pacto con el fin de ratificar el triunfo del candidato de la UP. Posteriormente, el propio Allende se refirió al acuerdo como una “necesidad táctica” para llegar al gobierno. Ese “decálogo de condiciones” de la DC reflejó la desconfianza y aprehensiones ante un gobierno marxista. El pacto entre la UP y la DC quedó en el papel. Es momento de aprender y sobreponerse a la amnesia histórica de la izquierda. El ser humano es la única especie que tropieza con la misma piedra. Tal vez, la disminuida DC tropezará, a pesar de las advertencias de sus emblemas.
Otra lección histórica, fue la decisión en defensa de la democracia del expresidente Gabriel González Videla. El PC fue declarado ilegal en 1948. El anticomunismo es una respuesta natural, social e histórica. Su matriz ideológica inhala y exhala odio, porque la lucha de clases es un mandato de la ley histórica del marxismo. Son capaces de interpelar, provocar y acusar a un panelista por la biografía de su padre, desde un palco imaginario de superioridad y antagonismo eterno. La posibilidad del primer gobierno comunista no es baladí. Aunque un comunista se vista de seda, comunista se queda. Los fantasmas históricos son reales.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Pingüino el domingo 27 de julio de 2025.




