Paz y entendimiento
Adolfo Ibáñez Santa María | Sección: Arte y Cultura, Historia, Política, Sociedad
El documento expresa el dificultoso acuerdo en torno a un tema candente, reflejando los tira y afloja habidos entre los miembros de la Comisión. Se aunaron y se difuminaron las voluntades mediante el empleo abundante de vaguedades, nebulosas, supuestos y palabrería manoseada. ¿Sirven ellas para cimentar una paz y un entendimiento donde ahora solo existe violencia terrorista? El primer problema de este texto radica en que elude el contexto de fuerza que impera en esa región, lo que exige una gran precisión conceptual para el tratamiento del delicado tema en cuestión. La conclusión obvia que se desprende de esta característica es que, si dicho documento fuera un barómetro, yo estaría leyendo que anuncia una tempestad.
La idea que lo preside es que se debe rehacer la historia. Disolver el “acumulado” de historia rebobinando el tiempo para recorrerlo nuevamente conforme a las pautas de los antropólogos que se han diseminado por el mundo al amparo de la ONU. Ginebra es el centro neurálgico de todo lo atingente a indigenismo y pueblos originarios. Doble falta: pretensión de rehacer la historia y construcción de un engendro artificioso revestido de peculiaridad originaria. Es el ideologismo voluntarista que fatalmente lleva a la imposición totalitaria para resguardar la pureza del edificio social proyectado. En este texto no tienen cabida conceptos de chilenidad, de largo proceso histórico de encuentros y desencuentros y de fusión social y cultural desarrollado a lo largo de cinco siglos: del mestizaje que nos lleva desde el Colo Colo hasta el charquicán: hoy ya no nos damos cuenta cuando el interlocutor del momento tiene apellidos mapuches.
En cuanto a sus propuestas, vale la pena recorrer las leyes de tierras y de colonización dictadas a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. No son idénticas, pero tienen aire de familia. Nada nuevo bajo el sol. Falló antes el Estado al presuponer que con la entrega de tierra se lograría la incorporación de mapuches a la vida “civilizada”. Ahora el documento se hace cargo de este asunto y se valida agregando nuevas alternativas, pero ¿qué sucederá en la práctica? La reiterada inutilidad de los numerosos organismos de fomento a los pequeños productores nos da una pista. Es preciso reconocer la buena fe de los negociadores, y diferenciarla de la puesta en práctica, que estará sujeta a todas las presiones derivadas del contexto de fuerza que prevalece hoy en La Araucanía y también en la política nacional.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el lunes 19 de mayo de 2025.