¿En qué minuto perdimos el control del Estado?

Pilar Lizana | Sección: Política, Sociedad

En primer lugar, la policía, en último, los partidos políticos. A los primeros le siguen las Fuerzas Armadas, las universidades y algunos medios de comunicación. A los últimos le anteceden el Congreso, el sistema de pensiones y las redes sociales. Al centro y hacia el final más instituciones públicas. La confianza de que los tomadores de decisiones solucionarán las urgencias de los chilenos es bastante baja. Se cree con fuerza en la labor de las instituciones policiales y militares, pero quienes las conducen desde el ámbito político carecen completamente de credibilidad. ¿En qué minuto perdimos el control del Estado?

La encuesta CEP, publicada esta semana, muestra un panorama bastante preocupante sobre la confianza en el Estado. La alerta no tiene que ver con aquellas temáticas indicadas como urgencias y principales problemas del país, tiene que ver con quién debe hacerse cargo.

El Estado es esa entelequia que se materializa a través de las instituciones y servicios encargados de entregar seguridad, desarrollo y bienestar a la población. Tarea desarrollada por funcionarios públicos, técnicos en su materia y liderada por políticos.

Política viene del griego Polis, que significa ciudad. De ahí que, la política represente todo aquello relacionado con la actividad social y organizativa de la ciudad. Aristóteles ya dejaba claro que la política era algo inherente a la persona, decía que el hombre era un animal político por naturaleza. Entonces, si la política y el Estado están tan relacionados con la sociedad y los individuos, ¿por qué no creemos en los políticos y sus partidos?

La CEP nos muestra cómo ha avanzado en Chile la idea de que los individuos deben solucionar sus problemas. El 58% cree que debe premiar el esfuerzo individual y el 41% en que la responsabilidad del sustento económico recae en uno mismo. Ambos, aspectos fundamentales para el desarrollo, una sociedad no avanza si no existe esfuerzo y responsabilidad de los individuos, pero tampoco lo hace si el Estado no genera las oportunidades para que ese esfuerzo individual rinda frutos y sea altamente productivo.

La desconfianza en la institucionalidad y la política es de tal relevancia que, la misma encuesta muestra que, desde mediados del año pasado, las personas que creen que es preferible un régimen autoritario y a las que les da lo mismo si uno democrático o no, no ha parado de subir.

Hemos perdido el equilibrio entre Estado y política. Ese equilibrio que lograba administrar la técnica con el poder y permitía transmitir a la población de que las instituciones trabajan en soluciones para entregarles seguridad, desarrollo y bienestar.

Preocupan varios aspectos de la recientemente lanzada encuesta, pero sin duda, uno que no podemos dejar pasar es la desconexión entre Estado, política e individuo. El animal político de Aristóteles no se está haciendo cargo de la Polis mientras los ciudadanos buscan opciones en cualquier lado. La mejor prueba de ello, son los más de 200 aspirantes al sillón presidencial que buscan patrocinios para llegar a primera vuelta.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el viernes 9 de mayo de 2025.