En medio de la crisis, esperanza y acción: el verdadero regalo de Navidad para Chile

Enrique Cruz | Sección: Política, Religión, Sociedad

En este cierre de año, las cifras y la realidad social nos presentan un panorama complejo. La proyección de crecimiento del PIB de Chile para 2025 se estima en apenas un 2%, un número que deja claro que el país enfrenta desafíos económicos profundos. A esta cifra se suman las altas tasas de desempleo, la creciente inseguridad y un agobiante estrés social que se hace más evidente en cada rincón de nuestra sociedad. Para las empresas, los últimos meses han sido especialmente duros, con incertidumbres, restricciones y la constante sensación de que las oportunidades de crecimiento parecen distantes.

Con la Navidad a la vuelta de la esquina, es inevitable pensar en cómo hemos llegado hasta aquí y, lo que es aún más urgente, qué podemos hacer para cambiar la dirección de esta realidad. El estrés y la fatiga de fin de año, además de las dificultades del presente, pueden hacer que nos sintamos abrumados. Sin embargo, en momentos como este, no debemos perder la capacidad de reflexionar y de buscar soluciones, por difíciles que parezcan.

Es cierto que estamos viviendo tiempos complicados, pero también lo es que, como sociedad, tenemos una enorme capacidad de resiliencia y creatividad para superar los obstáculos. Las empresas, y en particular los empresarios, tenemos una responsabilidad crucial en la construcción del Chile que queremos para el futuro. Esto no significa sólo buscar la rentabilidad económica, sino también tener un compromiso profundo con el bienestar de los trabajadores, las comunidades y el país en su conjunto.

En este sentido, la reflexión debe ser profunda, pero también debe convertirse en acción. El Chile que queremos construir no se logrará sólo con políticas públicas ni con esfuerzos individuales aislados. Necesitamos un esfuerzo común, que impulse acuerdos, que contemple el fortalecimiento de las instituciones, la creación de nuevas oportunidades para las personas y la valorización de la dignidad humana en cada una de nuestras decisiones.

Las empresas deben ser también comunidades de sentido, en las cuales los valores fundamentales de respeto, justicia y solidaridad se conviertan en los pilares que orienten nuestras decisiones. En este contexto, la Navidad es una oportunidad para reflexionar sobre el año que hemos vivido, sobre los logros alcanzados y, sobre todo, sobre los retos que aún nos esperan. Es un momento para renovar nuestro compromiso con la construcción de una sociedad más justa, próspera, solidaria y humana.

Como cristianos miramos el pesebre y pensamos en la angustia que tendría José y María cuando no encontraban donde hospedarse y recibir al niño que estaba por nacer. Esa desesperación cambió por esperanza y por mucha paz cuando tuvieron al niño en sus brazos. Nosotros también podemos poner en el pesebre nuestro esfuerzo y las dificultades del año que termina confiados en que podemos recibir el 2025 con mucha esperanza, recordando que, como país, tenemos el poder de transformar las dificultades en nuevas oportunidades. El Chile que queremos construir empieza hoy, con decisiones que no sólo buscan el beneficio individual, sino que también están orientadas al bienestar común.

La Navidad nos invita a soñar con un futuro mejor, pero también nos recuerda que esos sueños solo se materializan cuando nos unimos, cuando trabajamos con el corazón abierto y la voluntad firme de mejorar nuestra sociedad. En este fin de año, más que nunca, es el momento de levantar la mirada y proponernos construir juntos, con esperanza y convicción, el Chile que realmente queremos.

Este 2025, podemos y debemos ser mejores. Que el espíritu de la Navidad nos impulse a ser más conscientes de los demás, a ser más generosos con nuestro tiempo y esfuerzo, y a buscar un futuro más justo y próspero para todos.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el domingo 15 de diciembre de 2024.