El arte de conectar con la ciudadanía

Patricio Dussaillant Balbontín | Sección: Política, Sociedad

Los resultados de una elección se pueden analizar desde muy diversas perspectivas políticas, socioeconómicas, territoriales, institucionales, históricas, etcétera, razón por la cual todos pueden encontrar la forma de sentirse ganadores. También hay análisis sesgados que les impide a algunos entender realmente por qué los ciudadanos han votado de una determinada forma. De estos últimos análisis surgen, muchas veces, las descalificaciones de los electores.

Los resultados de ayer confirman una tendencia: los criterios de votación locales son cada día más distantes de los criterios nacionales. Estas elecciones son un termómetro que mide la sintonía de los candidatos con las preocupaciones reales de la ciudadanía, alejándose de los casos “nacionales”, a menos que hayan tenido un impacto local. Así habría sucedido con casos de corrupción como Convenios o Sierra Bella, por ejemplo.

En cada elección se despliega una gama de narrativas que buscan atraer a los votantes, pero solo algunos candidatos logran trascender la campaña y consolidarse como verdaderos interlocutores de los anhelos, preocupaciones y desafíos que enfrenta la sociedad. Mientras algunos han demostrado conexión con la gente, otros se han limitado a utilizar los problemas de la ciudadanía como simples eslóganes de campaña, sin un compromiso real.

El éxito se construye sobre la base de que las demandas sociales no son un objeto decorativo para el discurso electoral, sino el centro de su agenda política. La ciudadanía no olvida a quién ha demostrado entender sus preocupaciones más allá del calendario electoral. 

En cambio, otros han tratado de apropiarse de los problemas sociales, levantando banderas que nunca antes habían defendido con seriedad. Pero la ciudadanía percibe cuándo las preocupaciones sociales se vuelven accesorios y no convicciones. Esos partidos han hecho de la política un espectáculo y su desconexión se ha traducido en una pérdida de credibilidad y, por ende, de apoyo popular. 

El resultado confirma que el electorado no es ingenuo. Aunque en campaña puedan resonar discursos bien construidos, al final del día, la coherencia y el trabajo de largo plazo pesan más. Los votantes han premiado la cercanía y el compromiso genuino.

La lección para los que no lograron conectar es clara: no basta con modificar el discurso para alinearse con las preocupaciones del momento. La conexión con la ciudadanía se construye con trabajo continuo, con una presencia constante, con la capacidad de escuchar y actuar en función de lo que realmente importa a las personas. Los temas que más preocupan no pueden ser instrumentalizados como herramientas electorales, por lo que aquellos que fueron capaces de hacer de las demandas ciudadanas el núcleo de su quehacer político son tomados en serio por los electores, y en el caso de los candidatos de izquierda, aquellos que lograron distanciarse del propio Gobierno.

Así, las elecciones locales son un reflejo del vínculo que los candidatos han logrado (o no) construir con la gente. Los resultados nos hablan de la capacidad para interpretar y responder a las preocupaciones de la ciudadanía de manera auténtica, mientras otros siguen atrapados en una política superficial, que es la que está desprestigiada.

Al final, la coherencia y la cercanía son los verdaderos capitales que se miden en las urnas. Y, para quienes sólo ven en los votos una oportunidad temporal, el resultado será siempre una desconexión creciente con la realidad que pretenden representar.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el lunes 28 de octubre de 2024.