Octubre 2019: nuestra propia Ciudad Gótica

José Carlos Meza | Sección: Arte y Cultura, Política, Sociedad

En 2008, fuimos testigos de la mejor interpretación del personaje del Joker, encarnado por el inolvidable Heath Ledger. Este personaje oscuro, sin un pasado claro, pasa toda la película “Batman: El Caballero de la Noche”, intentando demostrar su tesis: “Introduce una pequeña dosis de anarquía, altera el orden establecido y lo que sigue es el caos”.

Once años después, casi al mismo tiempo que se estrenaba una nueva película del Joker, esta vez interpretado por Joaquin Phoenix, vivimos nuestra propia versión del caos y la anarquía. ¿Qué permitió que experimentáramos este caos? Con los años transcurridos desde los hechos de octubre de 2019, la respuesta para mí se ha vuelto más clara: una debilidad institucional y una falta de firmeza por parte de quienes estaban al mando de esas instituciones, incapaces de imponer el orden y el respeto por nuestro Estado de Derecho.

Es precisamente en momentos como los vividos en esos días cuando el respeto al Estado de Derecho cobra todo su significado. ¿De qué sirve cumplir con la ley cuando todo está bien? Su valor es mínimo. El verdadero sentido de respetar el Derecho surge cuando las circunstancias son difíciles, cuando las instituciones se enfrentan al desafío de preservar la paz social y el orden en medio de la adversidad.

Lo ocurrido en octubre de 2019 dejó en evidencia la fragilidad de nuestras instituciones y la falta de liderazgo de quienes tenían el deber de defenderlas. Fue un periodo en el que el caos pareció tomar el control, donde el respeto a las normas que rigen nuestra convivencia fue reemplazado por la incertidumbre, y la capacidad del Estado para hacer cumplir la ley se vio debilitada.

La comparación con el Joker de Ledger no es casual. En ambas situaciones, el caos se apodera del escenario, pero no como un resultado accidental, sino como consecuencia de la erosión del orden y la autoridad. Al igual que en la ficción, el desorden se expandió cuando quienes debían mantener el equilibrio fallaron en su tarea. El personaje del Joker no sólo representa el caos por sí mismo, sino que nos muestra cómo este se alimenta de la debilidad de las estructuras que deberían contenerlo.

Volviendo a los eventos de 2019, lo que quedó claro es que el caos no surge sólo de las circunstancias externas, sino también de la falta de firmeza interna en nuestras instituciones. Si los líderes de aquel momento hubieran tenido la convicción necesaria para hacer respetar las leyes y el orden, tal vez la situación habría sido diferente. Pero la debilidad institucional permitió que el descontento y la anarquía encontraran un terreno fértil para crecer, socavando la confianza en el Estado y en la capacidad de las autoridades para garantizar la seguridad y el bienestar de todos.

Esta experiencia debería servirnos como una lección: la importancia del respeto al Estado de Derecho no debe subestimarse, especialmente en los momentos más críticos. Es precisamente cuando las cosas se complican, cuando la estabilidad se tambalea, que el cumplimiento de la ley y la firmeza de las instituciones adquieren su verdadero valor.

En conclusión, el caos que vivimos en 2019 no fue un fenómeno aislado, sino el resultado de la erosión de la autoridad y la incapacidad de las instituciones para hacer frente a la crisis. Al igual que en la película de Nolan, el caos no es inevitable, pero se convierte en una realidad cuando las instituciones fallan en su deber de protegerlo. Es en esos momentos cuando el respeto al Estado de Derecho muestra su importancia, no como una formalidad, sino como un pilar esencial para la convivencia pacífica y el bienestar común.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el viernes 18 de octubre de 2024.