José Luis González-Simancas

Germán Gómez Veas | Sección: Arte y Cultura, Educación

En el centenario de este destacado académico español nacido en Madrid un 22 de noviembre de 1924, y fallecido en Pamplona un 30 de mayo de 2014, es oportuno poner en perspectiva la vigencia de su Filosofía de la Educación, que contiene varios aspectos, que hoy, en medio de la extendida crisis educativa, resultan muy necesarios. Una de sus decisiones y que todo educador haría bien en tener siempre presente, es que en la acción educativa se busca que los alumnos crezcan.

Ayudar a crecer ha sido la clave de la buena pedagogía desde siempre. Sin embargo, muchos de los enfoques educativos modernos no contribuyen a que, en su ejercicio, los docentes cumplan cabalmente este imperativo. ¿Qué implica el crecimiento pedagógico en el marco de los fines de la educación? La filosofía de Educación de José Luis González-Simancas nos proporciona unas pistas inequívocas. Veamos.

Lo primero que conviene precisar es que el crecimiento en el aula es de cada educando. No es un difuso logro colectivo, sino que se trata de una mejora personal. El académico de la Universidad de Navarra afirma en Educación: libertad y compromiso, que se trata de crecer en tanto persona, a lo largo de la vida, en concreto, se trata de “crecer en unidad y coherencia, en integridad (…) en riqueza interior, en intimidad personal, cultivando la propia singularidad irrepetible que somos cada uno”. Desde esta perspectiva, identifica cuatro aspectos del crecimiento humano que se ha de tener en cuenta en la acción educativa. En primer lugar, se crece en unidad y coherencia, es decir, integridad. La integridad implica un aprendizaje en discernir y luego para hacer propias un conjunto de verdades o realidades valiosas y trascendentes. También se crece en personalidad y en solidaridad. Se crece en personalidad porque cada persona cultiva su propia singularidad, aquello que irrepetiblemente cada uno es, con su creatividad, iniciativa y proyectos; y se crece en solidaridad porque cultivamos la sociabilidad, es decir, la capacidad de apertura que nos lleva a comunicarnos y a participar tomando parte “en esa aventura solidaria en la que consiste la vida, con amor; en ese intercambio de influencias naturales con las que crecemos cada uno y podemos ayudar a crecer a tantos y tantos: a todo ser humano que precise de nuestra ayuda”.

El cuarto aspecto de crecimiento que identifica el profesor González-Simancas es la libertad. Específicamente esta forma de crecer se refiere a aprender a ser libres, al recto uso de la libertad. En el recto uso de la libertad se encuentra el núcleo de la capacidad de autodeterminación porque “llegar a ser el que se es, y al máximo, supone autodeterminarse, comprometerse a crecer personalmente para poder aportar lo mejor de nosotros a la sociedad, ayudando a otros muchos, solidariamente, en su propio desarrollo”.

Entre otros temas que abordó el académico de la Universidad de Navarra, el contenido antropológico que acabamos de recordar es una materia que debería ser suficientemente profundizada en las escuelas de pedagogía para luego ser adecuadamente cultivadas en el ejercicio docente. 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Discusión el sábado 25 de mayo de 2024.