Palabras finales (II): El marxismo en el mundo actual

Rodrigo Ojeda y Mauricio Schiappacasse | Sección: Arte y Cultura, Historia, Política, Sociedad

Tal como dijimos al finalizar la primera parte de estas palabras finales, el pensamiento marxista ha ido cambiando de piel, de estrategias, pero no sus fines. El fin último sigue siendo la construcción del hombre nuevo y el paraíso prometido. Mas el conflicto y los antagonismos siguen siendo sus estrategias predilectas.

Chile mantiene un Partido Comunista (PC) anclado al marxismo-leninismo que en su reciente fiesta de los abrazos renovó su compromiso de luchar contra el imperialismo y su grito tribal: “mil veces venceremos”. La lucha continúa en los distintos escenarios y relaciones humanas. Recientemente el jerarca del PC local en tono apologético reconoció en Lenin un pilar y sustento para el “presente y futuro”

Cabe preguntarse: ¿Qué es el marxismo hoy? A diferencia del marxismo clásico, centrado principalmente en las relaciones económicas y de clase, hoy amplió su análisis, incorporando las dimensiones culturales y superestructurales de la sociedad. Esto implica una atención especial a aspectos como la cultura, la ideología, el lenguaje y otros elementos más allá de lo meramente económico.

Antonio Gramsci expresó la relevancia de tomar control de la cultura y la educación con la famosa frase: “tomen la cultura y la educación, y el resto se dará por añadidura”. Su obra fue proyectada por la denominada Escuela de Frankfurt. Un destacado neomarxista, Marcuse, proclamó la necesidad imperiosa de una revolución cultural que trascienda las luchas económicas y políticas convencionales. El objetivo no es sólo cambiar las estructuras sociales y económicas, sino transformar la conciencia y la cultura en sí misma: deconstruir lo existente.

Crítico a los valores culturales tradicionales de Occidente, promueve “un sistema teóricamente multiculturalista basado en un relativismo absoluto, el cual implica la negación de la existencia de verdades absolutas de validez universal” (David Martín). En este sentido, apoya las “luchas” de las organizaciones feministas y sexuales radicalizadas, que cuestionan las normas de familia, religión y moralidad establecidas, el viejo orden.

Intensifica las tensiones raciales y el indigenismo para fomentar la discordia y el tradicional antagonismo social. Todas las causas identitarias sirven y se difunden en distintos espacios, la calle ya no es el lugar predilecto, es el complemento.

Para lograr la “hegemonía cultural”, la izquierda ha desatado una batalla cultural, censurando, imponiendo discursos y cancelando a sus oponentes con representaciones culturales, marchas, “funas” y un notable espacio en los medios de comunicación.

Aboga por el papel del Estado como regulador económico y social, mediante políticas de redistribución de la riqueza, garantía de derechos sociales y promoción de la igualdad. Defiende el rol del Estado como agente regulador de la economía y la sociedad, mediante políticas públicas que buscan redistribuir la riqueza o justicia social, garantizar derechos sociales y promover la igualdad. Sosteniendo irresponsablemente que los recursos son ilimitados frente a las necesidades.

¿Existen otras características y metamorfosis del marxismo hoy? Sí, y queda la sensación que han tomado un par de pasos de distancia, rodeados de auras de superioridad moral y de un dedo acusador que detecta fascistas, imperialistas, capitalistas y un sinfín de enemigos en todas partes que son denunciados, acorralados y censurados. O despertamos o nos pasarán por encima al estilo Tiananmén en lo físico, ideológico y espiritual.

La contienda es desigual, pero algunos ya despertaron. Bienvenido el presidente Milei que sin titubeos alertó en un foro mundial sobre los peligros de Occidente y de las libertades, existe una seducción socialista y colectivista, que ya sabemos no funciona sin pasar por lo forzoso. Milei dio un paso más y renovó su confianza en el capitalismo, ese motor de innovación y de superación de la pobreza.

El león de Argentina destacó que la libre empresa permitió avances trascendentales, ante un mundo que hoy es más libre, rico, pacífico y próspero. Afirma que el problema central de Occidente es enfrentar a defensores persistentes del socialismo empobrecedor, junto con líderes y académicos que, respaldados en un marco teórico equivocado, socavan los fundamentos del sistema capitalista.

Milei advierte que quienes denuncian gozan de los beneficios del capital de manera hipócrita e intentan modificar el sistema sin renunciar a sus privilegios: “la casta”. Es frontal ante la nueva oleada de estatismo, que en simple reparte lo ajeno y genera pobreza. Una imagen satelital de las Coreas destaca el marcado contraste: el sur capitalista brilla intensamente mientras que el norte comunista se sumerge en la oscuridad (Steven Pinker). Contraste actual que la historia complementa con otros ejemplos durante el siglo XX.

Es fundamental recordar que “con el socialismo siempre, absolutamente siempre, se vuelve a la era preindustrial, se vuelve, incluso, a la época de las cavernas, se deshace todo vestigio de progreso y evolución y se regresa al mundo de las velas, las hambrunas y el constante terror. El socialismo es una máquina del tiempo que va siempre hacia el pasado” (Marty).

Hoy en la mayoría de las casas no existen velas ante cortes de luz porque las hemos ido reemplazando por linternas u otros objetos tecnológicos. La oscuridad del socialismo es similar al dicho de nuestras abuelas al quedarnos sin luz: “está oscuro como boca de lobo”. El lobo actúa en manada y se mueve sigiloso en la oscuridad. La luz de la libertad no está asegurada y las manadas se reorganizan y mimetizan en pieles de ovejas.

A pesar de todo lo que se ha escrito por colosos del pensar y de la historiografía, y este pequeño grano de arena llamado: marxismo para todos, persiste el mito socialista del Estado grande, capaz de solucionarlo todo y traer el paraíso a la tierra (Antonela Marty).

Antes de despedirnos debemos enfatizar en el llamado de alerta, el enfrentamiento actual ya no es exclusivamente desde las trincheras militares ni guerrillas urbanas. Hoy la deconstrucción apunta a vaciar al ser humano utilizando el capitalismo desde el afán totalitario por concentrar todo el poder y diluir al individuo y nuestra mirada de mundo occidental, trastocando el legado de la cultura cristiana, borrando límites,  prometiendo una emancipación total en lo físico, carnal y en las sensaciones.

El capitalismo está siendo utilizado como medio para borrar lo que conocemos y heredamos con avances civilizatorios notables que están severamente amenazados. El intento actual es intervenir lo humano, modificar las consciencias y realidades a partir de las imposiciones de conceptos y sensaciones. La guerra actual es ideológica en contra de los principios y valores de Occidente (Jorge Sánchez, Guerra Ideológica, 2023).

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Arca News el sábado 27 de enero de 2024.