Notas sobre la Educación Superior en la Historia de Chile

José Tomás Hargous Fuentes | Sección: Arte y Cultura, Educación, Historia

Este lunes no sólo es el aniversario de toma de posesión de los Presidentes de Chile –desde 1981– ni de la entrada en vigencia parcial de la Constitución Política de la República de Chile, sino que se conmemora un importante aniversario de la educación superior chilena, que nos permite hablar de su importancia en la historia de Chile. Erróneamente se dice que la institución universitaria más antigua en el país es la Universidad de Chile. Erróneamente, si se sostiene que la Casa de Bello fue creada por ley el 19 de noviembre de 1842 e inaugurada el 17 de septiembre de 1843. En cierto sentido dichas afirmaciones son correctas, pero olvidan que la educación superior chilena no nace ni en 1842 ni en 1843. Al contrario, los estudios que después asumiría la Universidad de Chile son los mismos que a partir del 27 de julio de 1813 impartía el Instituto Nacional, y que desde el 11 de marzo de 1747 hacía lo propio la Real Universidad de San Felipe. Con todo, dicho año tampoco es el punto de partida ni de la Real Universidad ni de la enseñanza superior en Chile. 

A pesar de que Chile sería una capitanía general aislada, económicamente atrasada y políticamente poco relevante si se compara con el Virreinato del Perú o el de La Plata, en el Reyno fundado por Pedro de Valdivia se crearían al menos cuatro universidades –cinco si se suma el Convictorio Carolino–: la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino –de los dominicos–, la Universidad Pontificia Colegio Máximo de San Miguel –de los jesuitas–, la Pontificia y Real Universidad Pencopolitana de Concepción –establecida por el Obispado de Concepción, pero administrada por la Compañía de Jesús–, y la ya citada Real Universidad de San Felipe –estatal–.

De esta manera, la primera universidad en Chile sería fundada en 1622 por la Orden de los Predicadores en memoria del más santo de los sabios y el más sabio de los santos, fallecido el 7 de marzo de 1274. Los dominicos de Santiago en 1589 solicitaron la autorización para fundar una universidad, y en 1595 comenzaron a dictar clases de gramática, latín y teología. En el intertanto el Real y Supremo Consejo de Indias pasó a trámite la postulación, y el 11 de marzo de 1619 el Papa Pablo V firmaría a instancias del rey Felipe III de España una bula para autorizar la elevación a universidad a todos los colegios dominicos americanos que lo solicitaran, siempre que se encontraran a más de 200 millas de las universidades de México y Lima.

En 1622 llegaría la noticia a Chile, y el 19 de agosto de ese mismo año se fundaría la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, dando inicio a la educación superior en Chile a menos de 90 años del descubrimiento de Chile. Como relata Bernardino Bravo (La Universidad en la Historia de Chile. 1622 – 1992 (Santiago: Pehuén Editores, 1992, 11)), “[e]se día el vecindario de la capital se vio conmovido por un alegre repicar de campanas de la catedral y demás templos de la ciudad, que anunciaban tan fausto acontecimiento, ‘para que se divulgase e hiciese notorio a todo el mundo’”. La alegría era justificada: “[c]ronológicamente, la nueva universidad era la séptima fundada fuera de Europa. Como tal se cuenta probablemente entre las cien más antiguas del mundo”.

Citando a Alamiro de Ávila, Bravo propone que “[s]egún hace ver este autor, la historia de la Universidad de Chile arranca de la Universidad de Santo Tomás en el siglo XVII y se prolonga sin solución de continuidad, por más de tres centurias y media hasta el XX, a través de la Real Universidad de San Felipe y de la Universidad de Chile” (Ibid., 12-13). “Desde la solemne instalación de la Universidad el 19 de agosto de 1622, hasta hoy, sin ninguna interrupción, aunque con diversos regímenes orgánicos y cambios de nombre, corre la historia de la Universidad de Chile”, en palabras de Ávila (Reseña histórica de la Universidad de Chile (1622-1979)). 

De esta manera, “[l]a historia de la universidad en Chile corre ininterrumpidamente desde 1622 hasta hoy. A grandes trazos, puede compendiarse en dos grandes etapas: la antigua universidad (1622-1927) y las actuales universidades (1927-1992) que comprende, además de la antigua, las nuevas y novísimas, esto es, nacidas sólo en la última década”, es decir, a partir de 1981 (Bernardino Bravo, Ibid., 12). Bernardino Bravo divide su trabajo en dos partes. “La antigua universidad 1622-1927” incluye cinco períodos: 1) “Universidad pontificia: 1622-1747”, 2) “Universidad real: 1747-1843”, 3) “Universidad estatal: 1843-1927”, 4) “Retorno a la universidad docente: 1843-1879” y 5) “Universidad profesionalista: 1879-1927”. Por su parte, “La actual universidad 1927 en adelante” cuenta con dos grandes etapas: 1) “Universidad investigadora y docente: 1927-1967” y 2) “Crisis y recuperación 1967-1992”.

Por eso, la Universidad es una de las cinco instituciones permanentes de la Historia de Chile, antes y después de 1810. Junto con la Presidencia, el Ejército, la Iglesia y la Judicatura, la Universidad ha podido trascender a lo largo de los siglos y acompañar el devenir histórico del país desde sus inicios como reyno hispánico. Este 11 de marzo se cumplen ¡402! años de Universidad en Chile. Recordemos que en Chile hubo Universidad catorce años antes que en Estados Unidos. En consecuencia, nuestra institución universitaria no tiene nada que envidiarle en antigüedad a las más prestigiosas del mundo. Esto debe ser motivo de un sano orgullo patrio.