Chile debe reaccionar

Karin Ebensperger | Sección: Política, Sociedad

Los chilenos tenemos que actuar antes de que zonas del país se vean atrapadas en una especie de narcoestado.

Revisemos lo que significa vivir en un Estado de Derecho: implica que todos estamos sujetos al imperio de la ley, también el Presidente y sus ministros, los legisladores y en especial los jueces, encargados de hacer cumplir, precisamente, la ley. Los ciudadanos y cada autoridad son responsables ante las mismas normas acordadas y divulgadas. El poder del Estado queda así subordinado al orden jurídico vigente.

La transparencia de los actos de la autoridad es una gran característica de un Estado de Derecho y evita, entre otras cosas, que subrepticiamente, solapadamente, partidos menores dentro de una coalición de gobierno, como el PC, se impongan en diversos temas. En Chile actualmente la coalición de gobierno es tan enmarañada que ya nadie sabe cuál es la línea de pensamiento del gobernante que fue elegido por los chilenos. Hace rato peligra nuestro Estado de Derecho.

El gran filósofo político sobre el concepto de Estado de Derecho es Immanuel Kant, quien destacaba la virtud de la autoridad, traducida en la acción bien hecha para servir a los gobernados. La tradición del imperio de la ley en las democracias occidentales contrasta con lo que vemos en otras culturas, como en China, con un solo partido todopoderoso, o en Rusia, como queda en evidencia con el asesinato del opositor Alexei Navalny. En nuestro ámbito, Cuba y Venezuela carecen de Estado de Derecho y por eso una gran cantidad de sus ciudadanos ha huido hacia países como Chile, donde anhelan recuperar dignidad. Pero el reciente asesinato acá del exoficial venezolano Ronald Ojeda debe llevarnos a la mayor reflexión sobre el ingreso al país de fuerzas oscuras mezcladas entre los inmigrantes; mafias e influencias políticas nefastas que actúan en la ilegalidad.

En nuestro inconsciente colectivo aún aflora, en forma excepcional, la consideración, la deferencia y el respeto, como ocurrió tras la muerte del expresidente Piñera. Hubo expresiones transversales de condolencias. Pero a menudo estamos viviendo en Chile la degradación de normas y el odio político. Nos falta internalizar que la democracia es un sistema para relacionarnos y procesar, dialogando, los desacuerdos y conflictos propios de toda sociedad.

Lo peor es que mientras nos desgastamos en actitudes pequeñas de la mala política, nos invaden mafiosos que actúan con una crueldad que no conocíamos en Chile.

Imperativo es exigir al Gobierno y a los legisladores que desarrollen en forma urgente una eficiente inteligencia y un mejor control fronterizo, para salvar nuestro Estado de Derecho, que era nuestro gran orgullo.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el viernes 8 de marzo de 2024.