Volver a la Normalidad

Max Silva Abbott | Sección: Política, Sociedad

De manera diferente a lo que varios esperaban, el triunfo del Rechazo en el último plebiscito ha producido el mismo efecto que muchos pensaban ocurriría de haberse impuesto el Apruebo: el cierre del actual proceso constitucional. Al menos es lo que ha manifestado el gobierno y otros sectores del espectro político. De este modo, y para agrado de unos y disgusto de otros, al menos ya se tiene más claridad respecto de nuestro futuro inmediato.

Por otro lado –y no deja de ser paradójico–, al margen de las motivaciones de los distintos sectores involucrados, la votación del domingo ha dado un nuevo espaldarazo a la constitución vigente, pese a todas las críticas que se han vertido en las últimas décadas sobre su legitimidad de origen. Con ello, se convierte en la carta fundamental más ratificada de nuestra historia.

Además, otro dato no menor es el aumento nada despreciable del sector de la población que no votó este domingo, pese a tratarse de un plebiscito obligatorio, lo cual parece indicar el hastío y rechazo de buena parte de la ciudadanía a este ya cerrado proceso constitucional, al poder ser considerado como un voto de castigo, si bien por omisión. Esto significa que de haber participado, habría aumentado bastante no sólo el Rechazo, sino también los votos blancos y nulos.

Ahora bien, resulta evidente que la actual constitución va a seguir sufriendo modificaciones, de acuerdo con lo que ha sido la tónica durante estas décadas y como debe ocurrir, por lo demás, con toda carta magna que aspire a durar en el tiempo y adaptarse a las necesidades de cada época. Con todo, es de esperar que dichas innovaciones tengan la suficiente publicidad y debate para que la ciudadanía pueda estar al tanto de las mismas y no se pretenda usar este mecanismo para lograr lo que no se consiguió gracias al voto popular: cambiar solapadamente de carta fundamental.

Corresponde ahora, como también han señalado diversos sectores, encarar los diversos y urgentes problemas que aquejan al país, partiendo por el tema de la seguridad, de lejos la preocupación mayor de la ciudadanía en este momento, sin olvidar la reactivación económica, tan alicaída en el último tiempo.

Lo anterior es perfectamente posible, pues las reglas del juego ya se conocen. En este sentido, de haber ganado el Apruebo, aunque en principio se cerraba el proceso constitucional, no habría ocurrido lo mismo con la incertidumbre, pues como se sabe, se tendrían que haber tramitado varios proyectos de ley para implementar la nueva carta fundamental, todo lo cual habría tomado varios años. Ello, pues por sí misma, una constitución sirve de poco, sin el necesario complemento de diversas leyes que desarrollen con el debido detalle el contenido que ella apenas enuncia.

Es de esperar, por el bien de todos, que el gobierno y la clase política sepan interpretar acertadamente los resultados de esta última votación popular, aunque todavía se especula respecto del impacto, tanto positivo como negativo, que ella tendrá de cara a las próximas elecciones municipales, presidenciales y parlamentarias.

Es así hora de buscar los mejores acuerdos posibles para enfrentar los graves y urgentes problemas que nos aquejan.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el diario El Sur de Concepción. El autor es Doctor en Derecho y profesor de filosofía del derecho en la Universidad San Sebastián.