La Constitución de los Cuatro Generales

Gonzalo Ibáñez Santa María | Sección: Historia, Política, Sociedad

Así, despectivamente, se refería Gabriel Boric a la actual constitución, la que nos rige. Nada le importaban las modificaciones que se le introdujeron en el período de Ricardo Lagos ni aun el hecho de que desde ese momento pasó a llevar la firma del mismo Ricardo Lagos en vez de la del General Pinochet. 

Boric pronunció esa frase para defender el proyecto presentado por la anterior Convención Constitucional. Frente a las críticas que éste recibía desde todas partes fue cuando dijo que “cualquier cosa es mejor que una constitución de cuatro generales”. Hoy día, ha debido tragarse sus palabras cuando por segunda vez el país ha respaldado esa constitución frente a un nuevo intento de sustitución. Parece que el país piensa diametralmente lo contrario a Boric: la actual constitución es mejor que cualquier proyecto con que se la quiera sustituir.

Podemos pensar lo que se quiera acerca del proyecto elaborado por los consejeros del Partido Republicano. En todo caso, que era mucho mejor que el mamarracho que salió de la anterior Convención Constitucional. Pero, ha quedado a la vista que el país no quiere cambios constitucionales, pero que sí quiere que los esfuerzos se concentren en la solución de los problemas cotidianos que enfrentamos, sobre todo el de la inseguridad ciudadana y el de la decadencia económica. 

Seguimos entonces con la constitución que nos ha regido por más de cuarenta años y que ha servido de pilar para el mayor crecimiento que ha tenido el país durante toda su historia. Vaya nuestra gratitud a esos generales que ordenaron su redacción y la firmaron: Pinochet, Leigh, Mendoza y el almirante Merino. A pesar de los cambios que ha experimentado, esa obra que fue de ellos ha perdurado sobrepasando vicisitudes y ataques a lo largo de este período, y sigue enhiesta para mostrar a las nuevas generaciones lo que mostró a las antiguas, esto es, que el gobierno militar fue el que sentó las bases del progreso y de la modernización del país. Nuestra labor ahora es proteger esas bases y, sobre ellas, retornar al camino de progreso que nunca debimos abandonar. Entre esas bases, antes que ninguna otra, la constitución que, a pesar de todos los cambios, hemos de seguir llamando la constitución de 1980.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en sus redes sociales.