El antisemitismo

Juan Pablo Zúñiga Hertz | Sección: Historia, Política, Religión, Sociedad

Cuando escuchamos el término “antisemitismo” lo primero que pensamos es en el holocausto, la Segunda Guerra Mundial, los ghettos, la kristallnacht (“La Noche de los Cristales Rotos”), los pogromos, y así sucesivamente. Todos eventos del pasado. Desde el 7 de octubre hemos visto el resurgir de un antisemitismo sumamente violento que en menos de un mes ha escalado, desde la simple tirria hacia los judíos, hacia un nuevo nivel de violencia que incluye el asedio, persecución, amedrentamiento y ataques directos.

El Caso Dreyfus fue una circunstancia peculiar en la que se manifestó a rienda suelta el antisemitismo en la Francia de la belle époque. Tan connotado fue que aceleró los planes de la Organización Sionista Internacional liderada por Theodor Herz para seguir adelante con los planes que propiciasen las condiciones para volver a Israel, rechazando la llamada Propuesta Uganda, la Propuesta Kenia, e inclusive la Propuesta de la Patagonia que se tuvo entre los planes por un momento. Sin embargo, el antisemitismo, como un oportunista, pareció desaparecer, hasta volver a flote en el proceso de establecimiento del Estado de Israel.

Pese a todo, la propia génesis del Estado moderno de Israel es sorprendente. Para 1918 no era la “tierra de la que emanaba la miel y la leche”, sino más bien un territorio desertificado, sin áreas cultivables, infestado de plagas y con más rocas que tierra para sembrar. Con inteligencia consiguieron en menos de 50 años hacer florecer hasta el desierto del Néguev y llegar a ser potencia en el campo de la medicina, biotecnología, agricultura, física, matemática, energías renovables y aprovechamiento de recursos hídricos, etc.

Ciertamente el éxito en la formación de una nación pujante a partir de la nada es uno de los elementos que hace hervir la sangre de los fracasados y enrabiados, los cuales no toleran el éxito de otros. Vea las manifestaciones a nivel global, véales las caras con expresión iracunda levantando los puños. Ese no sería el problema si no fuese porque dichas marchas ahora incluyen llamados a un nuevo genocidio judío, llaman al boicot de Israel y a la persecución. Aquí en los EE.UU., nada menos que en la Universidad de Stanford, el día 3 de noviembre apareció un rayado en el suelo que decía textual: “Come and chat about how jewish babies should be burned alive” (Venga a conversar sobre cómo quemar vivos bebés judíos).

La semana pasada una turba de cientos de enrabiados en Rusia estaban buscando como bestias desenfrenadas en cada lugar de un aeropuerto por los pasajeros provenientes de Israel con la intención de lincharlos.

¿Qué es lo que hay detrás de estos nuevos pogromos que se están configurando a nivel global? Como discutido en otros momentos, está la rabia y la envidia, un recurso inagotable y sobreabundante en las mentes de los perdedores. Ahora, a esto se le suma, y de alguna manera está entrelazado, un componente puramente espiritual que fue muy bien explicado en una reciente entrevista de Mark Stakelbek al rabino Pesach Woliki. Según este último, tenemos el problema de este “extraño matrimonio” entre la izquierda progresista mundial y el fundamentalismo islámico, quienes tienen en común el desprecio y la incredulidad de la verdad de los textos sagrados, que han guiado la cultura judeo cristiana durante milenios. Continúa Woliki señalando que, la concretización y el prosperar de la nación de Israel junto con el apoyo que han recibido de parte del Cristianismo y el mundo libre, es la concretización del mensaje profético del antiguo testamento a través del cual Dios muestra al mundo quién es Él.

Así las cosas, el triunfo de Israel, significa también el triunfo de la Cristiandad y el triunfo de Dios. Por ello, no era de extrañar que el progresismo mundial que ha trabajado duro para destruir la civilización occidental tomase partido con el terrorismo islámico para así acabar con Israel y con ello infligir un daño mortal en nuestra civilización. Lo que estos pobres enrabiados cabeza hueca no saben es que, de darse un escenario así, con el triunfo de una yihad global, los primeros en perecer serían ellos. Por ello, el apoyo al Estado de Israel en esta guerra contra el terrorismo islámico que ha mostrado ser puramente diabólico, es algo que nos compete a todos.