Democracia, función pública y administración del Estado

Jorge Andrés Pérez | Sección: Política, Sociedad

Hay que despolitizar y profesionalizar el Estado chileno, limitando el alcance del sistema político (democracia) en el Estado. No tiene sentido que se use la democracia para imponer hegemonías políticas en las instituciones del Estado. Por ejemplo, ¿tiene sentido que los municipios sean capturados por facciones políticas simplemente porque estas se han impuesto en el juego de la competencia democrática? Es decir, ¿tiene sentido que la competencia democrática se proyecte hegemónicamente en el Estado? 

Si esto es así es muy difícil tener un Estado profesional, porque hasta lo profesional está sujeto a las lealtades políticas. Por ejemplo, si el objetivo de un alcalde es controlar la voluntad política de todos los empleados de su municipio, la tarea es titánica. Porque el objetivo del alcalde sería el control político de sus empleados, y no su profesionalismo. Por otro lado, el alcalde no puede confiar en sus profesionales en el municipio si estos atornillan al revés, porque creen que lo correcto es usar su función profesional en el municipio como un arma política en el contexto de la competencia democrática del sistema político. 

Un país no puede funcionar así, pero así funcionan las democracias latinoamericanas. La competencia política consume todo el oxígeno de la convivencia profesional en el Estado. La situación es aún peor, porque el tribalismo llega al nivel de la lucha de clase entre izquierda y derecha. Entonces, todo profesional en el sector público debe transparentar sus lealtades tribales, porque en el Estado latinoamericano el trabajo en equipo se hace por grupos tribales. Claro, el objetivo final es sabotear la tribu enemiga, para que la tribu propia se quede con todo el animal, y así la facción de la facción de uno monopolice el poder en el Estado.

¿Es racional tener la expectativa de que se puede modernizar el Estado chileno con una lógica cultural del poder latinoamericana? Es decir, organizar todo el Estado en función de los resultados de la competencia democrática por el poder en el sistema político. Yo creo que no se puede. Si queremos abordar seriamente la modernización del Estado hay que profesionalizar el Estado de una manera honesta y transparente. Esto quiere decir que no se tolere que los profesionales en el Estado usen su trabajo profesional en el Estado con fines políticos. Por ejemplo, no se puede usar el poder que da el trabajo profesional en el Estado para atornillar al revés, si no se está de acuerdo con la ideología de la facción que temporalmente controla el gobierno de la institución del estado donde se trabaja. Modernizar el Estado en Chile requiere un cambio cultural en las instituciones del Estado y el sistema político, y separar lo profesional de lo político.

El profesional en el Estado debe comportarse como un profesional en el sector privado, y no operar como un caballo de Troya que esconde agendas ocultas al servicio de causas en el sistema político. Eso va en contra en todos los instintos del chileno, que gravita hacia el amiguismo de los grupitos que buscan conflictos con los enemigos. El chileno no puede funcionar sin hegemonía grupal. Por eso que para los chilenos es tan importante la autoridad con poder que está por sobre los grupitos. Porque si esa autoridad es inteligente y hábil, puede bajar el riesgo de conflicto interpersonal.

En mi experiencia personal con profesionales chilenos, me quedo con la impresión de que son muy poco profesionales, aunque tratan de mantener las apariencias. El amiguismo e incluso clasismo lo contamina todo en Chile. Además, como todo chileno, los profesionales chilenos no tienen control de hocico. Digo esto para que los profesionales chilenos que se sienten de mentalidad tan desarrollada tomen conciencia de que el problema les viene con la cultura de sus familias de origen, y estas culturas son mañosas por no decir problemáticas para el desarrollo económico.

Hay gente que dice que los problemas con la democracia se solucionan con más democracia. No estoy seguro de que esto sea verdad, y menos de que esto sea verdad en Chile. Si un problema no se puede solucionar con democracia, tal vez la democracia no sea la herramienta correcta para solucionarlo. Pero para un hombre con un martillo todo parece ser un clavo. Entonces no sorprende que para un político todo parece ser un problema que se puede solucionar con democracia. Por ejemplo, Salvador Allende quería seguir manipulando el sistema político, apostando a que su posición de negociación podría mejorar. Pero, esta apuesta egoísta era a costa del país. Hay un momento en que la democracia se convierte en un despelote Latinoamericano muy peligroso, porque en el caos emergente uno termina negociando con psicópatas y sociópatas (egoístas e indolentes) que tienen la necesidad psicológica de cometer abusos de poder.

El Estado no se puede administrar con democracia. Al menos no un Estado funcional que es capaz de hacer un uso eficaz y eficiente de los recursos que le da la sociedad. La democracia es para ponderar la distribución del poder político respecto de una población con derecho a voto. No es para administrar recursos económicos.