Guardia de honor para el demócrata inclaudicable

Marcela Cubillos Sigall | Sección: Historia, Política

Sorpresa causó a algunos que el Presidente Boric ordenara duelo nacional por la muerte del presidente del Partido Comunista y lo homenajeara definiéndolo como “inclaudicablemente demócrata”. Y no solo eso: el propio Boric, Michelle Bachelet, Carolina Tohá y otras autoridades de Gobierno le hicieron “guardia de honor” durante su velatorio.

Sorpresa, ninguna. Sorpresa se define como aquella alteración emocional causada por algo imprevisto o inesperado. Y acá no hubo nada de eso. La reacción del Presidente y de su equipo era completamente predecible. Lo que sorprende es que algunos aún se sorprendan.

El Partido Comunista es la principal colectividad de Gobierno, y el propio Presidente Boric ha dado siempre muestras de la afinidad profunda que siente por dicho partido, su ideología que reivindica la violencia, y su historia. Basta recordar cómo se burlaba con una polera que mostraba la cara de Jaime Guzmán ensangrentado, y se reunía en un café parisino con Palma Salamanca, terrorista prófugo asesino del senador. Las explicaciones que dio para justificar ambos episodios fueron pueriles. Porque en definitiva no se arrepiente, y si cambiara nuevamente el “contexto”, no sorprendería que lo volviera a hacer. Son sus convicciones, aunque algunos aún prefieran creer en un Boric imaginario, que no existe, pero les tranquiliza la conciencia o les sirve como mecanismo de defensa para seguir negando el daño y división que su gobierno está causando a Chile.

Hay, entre muchas, dos conductas del fallecido dirigente que simplemente son incompatibles con el calificativo que el Presidente Boric le brindó.

La primera, su adhesión a regímenes totalitarios que niegan la democracia, violan sistemáticamente los derechos humanos y aplastan a la oposición. Teillier nunca escondió su apoyo a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por lo que tampoco sorprenden las palabras con las que le rindieron tributo Díaz-Canel, Maduro y Ortega. Pero el dirigente comunista fue aún más lejos, cruzando todos los umbrales, al enviar sus condolencias a Corea del Norte por la muerte del dictador Kim Jong-il, indicando que era un “momento de dolor para los trabajadores y todo el pueblo”, aseverando sin fundamento alguno, que la realidad de Corea del Norte “estaba profundamente distorsionada” en Chile.

La segunda, su conducta durante el estallido de 2019. No solo legitimó la violencia clamando explícitamente por la renuncia del Presidente Piñera, sino que lideró la decisión del Partido Comunista para apartarse del “Acuerdo por La Paz Social y la Nueva Constitución”, manteniéndose a la espera de que la revuelta tumbara al gobierno democrático.

Usando el lenguaje que le gusta a la izquierda, a estas alturas debería ser un “consenso civilizatorio” no calificar de “inclaudicablemente demócrata” a quien vivió defendiendo regímenes totalitarios y apoyaba el derribamiento por la fuerza de un gobierno legítimo.

Durante esta semana, los adalides de la democracia y el respeto a los derechos humanos no han trepidado —algunos porque se lo creen y otros por oportunismo— en exaltar la memoria de un dirigente que durante toda su vida política se ubicó en las antípodas de tales definiciones medulares.

Porque hay que reconocer que Teillier fue siempre de una sola línea: jamás un “demócrata inclaudicable”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el domingo 3 de septiembre de 2023.