Maestros Chasquilla versus Charros Mexicanos

Jorge Andrés Pérez | Sección: Política, Sociedad

¿Qué ladrón pierde el tiempo robando cosas que no son de su interés? Un ladrón que tiene un diseño mediático muy sofisticado y que busca bajarle el perfil a su real objetivo. En el caso del robo en el ministerio de desarrollo social, primero “invirtieron” tiempo muy valioso en robar computadores que estaban al parecer planificados para ser recuperados por el Estado.

Sólo después de robar los computadores (primera etapa) robaron la caja fuerte (segunda etapa), que sigue otro camino que los computadores. ¿Qué nos dice esto? Primero, que el robo seguramente se diseñó para tener dos etapas. Segundo, que el robo se ejecutó en un ambiente donde por diseño había un control de los riesgos.

Al momento de planificar un robo (caja fuerte) con distractor (computadores), lo lógico es primero robar el objetivo principal (caja de fuerte) y luego robar el distractor (computadores). Pero en el ministerio de desarrollo social fue al revés. Primero invirtieron tiempo valioso en robar computadores. Sólo después que entregaron a un extraño (conductor de Uber) los computadores (primera etapa), remataron con el robo de la caja fuerte (segunda etapa). Es muy poco probable que una operación así (invertida) se hubiese realizado en ese orden si sabían que se tenían que enfrentar a guardias hostiles que no les iban a facilitar conocimientos (ubicación) ni herramientas (napoleón). Esto delata que el crimen fue planificado sabiendo que en la escena del crimen se iban a tener controlados los riesgos temporales y espaciales con márgenes de error amplios.

Esto no fue una operación ejecutada con linternas en la oscuridad como la de los “maestros chasquilla” (plumbers) de Watergate. En el caso del Ministerio de Desarrollo Social el robo se hizo con la actitud de un “charro mexicano”. Esto es una muy mala señal para Chile. Especialmente al considerar la reacción pasiva del Gobierno y el aparato del Estado. 

Los guardias del edificio de Watergate pillaron a los “maestros chasquillas”, y la facción política detrás de ellos no consiguió impunidad. Los guardias del edificio del ministerio de desarrollo social ayudaron a los “charros mexicanos”, y si hay una facción política detrás de ellos es posible que tengan el poder para conseguir impunidad. Esa es la tragedia. Ha quedado al descubierto que el Estado chileno tal vez está capturado por facciones de poder con los que se puede negociar impunidad. Es decir, el Estado chileno es esencialmente de una naturaleza latinoamericana. Esto quiere decir que Chile es un país riesgoso para los inversionistas, porque hay corrupción institucional que no da garantías de que desde el Estado no se cometan abusos de poder arbitrarios. 

Esta realidad abre la puerta a que el éxito en el mercado sea una función de las conexiones que se tenga en el Estado. Entonces la libre competencia no opera, porque la oferta y la demanda puede ser eventualmente manipulada políticamente desde el Estado. En un ambiente así nadie invierte en ser más competitivo en el mercado, pero en tener amigos en el Estado. Bajo estas condiciones “mexicanas” el crecimiento económico genera un desarrollo subóptimo que no hace un buen uso de los recursos de la sociedad. Porque el crecimiento es el producto de precios distorsionados por la corrupción del Estado. En el peor de los casos el desarrollo esconde inversionistas mafiosos que están coludidos con los poderes que controlan el Estado. A ese tipo de inversionistas hay que garantizarles rentabilidades subsidiadas por la sociedad en la forma de todo tipo de externalidades criminales. Por eso que en los países latinoamericanos hay progreso, pero nunca hay desarrollo.