El Partido Comunista: Coherencia ideológica y “flexibilidad táctica”
José Manuel Castro | Sección: Historia, Política

El debate sobre los 50 años del 11 de septiembre ha propiciado un interesante intercambio sobre la centenaria historia del Partido Comunista de Chile.
David Gallagher ha mostrado perspicazmente las actuales contradicciones del PC. Lucía Santa Cruz subraya su coherencia con los textos canónicos de Marx y Lenin, concluyendo que el PC es fundamentalmente contrario a la democracia liberal representativa. Como contrapunto, Ignacio Walker sostiene que el proyecto político de Marx y Lenin no sería el mismo que el de Recabarren y Teillier. Argumenta que el PC de Chile “se ha insertado plenamente en la lucha político-electoral al interior de una democracia representativa”, por lo que su “práctica política” habría entrado en contradicción con los planteamientos del marxismo-leninismo.
Hay mucha razón en plantear la importancia de la “práctica política” para comprender al PC. En efecto, para sus militantes, el marxismo-leninismo no ha sido tan solo una filosofía abstracta o una manera particular de interpretar la realidad, sino fundamentalmente una praxis política. Una mirada atenta a la naturaleza de esa praxis marxista-leninista nos permitirá concluir que, en lugar de contradicción entre teoría y práctica, el PC ha mostrado en su historia una combinación de coherencia ideológica y “flexibilidad táctica”.
En el último medio siglo, el PC ha validado —en nombre de esa “flexibilidad táctica”— una amplia gama de métodos de acción política. En ese arco se incluyen la vía electoral, la movilización social, la insurrección popular y el camino paramilitar.
Así, entre 1970 y 1973 el PC apoyó la “vía pacífica” de Salvador Allende, aunque sin abandonar la “violencia revolucionaria”. Después del Golpe, el partido definió su “tarea militar”, que implicó la formación guerrillera de decenas de jóvenes comunistas en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Durante los 70, el partido adoptó la tesis “todas las formas de lucha contra la dictadura”, cuya política de “rebelión popular de masas” condujo a la creación en 1983 del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que operó como el brazo armado del partido. A diferencia de la Democracia Cristiana y del “socialismo renovado”, en los ochenta el PC no apostó por una transición pacífica a la democracia.
Tras el fin del régimen militar y la desaparición de la Unión Soviética, el partido inició “un nuevo comienzo” (Rolando Álvarez, Hijas e hijos de la Rebelión, 2019). Aunque hubo renovación, se mantenía la convicción leninista de que la “profundización de la democracia” se lograría a través de la vía revolucionaria (Alfredo Riquelme, Rojo Atardecer, 2009). Desde entonces, la vía electoral y la penetración en el “movimiento social” le han permitido estar “en La Moneda y en la calle” simultáneamente. Si bien los comunistas chilenos ya no afirman —al menos en público— los conceptos clave del credo marxista-leninista, como la “democracia burguesa” o la “dictadura del proletariado”, en la coyuntura del estallido social volvió a aflorar la pulsión revolucionaria: en nombre de la defensa del pueblo buscó desestabilizar al gobierno y más tarde llamó a “rodear la Convención Constituyente”.
En pleno siglo XXI, el PC se ha adaptado a las nuevas tendencias, reconociéndose como un partido “feminista de clase y antipatriarcal”, según indican las resoluciones de su XXVI Congreso Nacional, celebrado hace tres años. Al mismo tiempo, sigue manifestando su compromiso con los viejos principios del marxismo-leninismo. El informe político del mencionado Congreso declara su compromiso con el “centralismo democrático”, aclarando que “las normas leninistas para nosotros son parte de una tradición revolucionaria que ha permitido al Partido seguir adelante”. Las resoluciones destacan el sentido “leninista del trabajo de masas” y la necesidad de fortalecer “la formación marxista leninista” de sus cuadros. En su periódico El Siglo aún es posible encontrar la larga huella de Lenin en numerosos análisis que invocan el marxismo-leninismo. En el rito de entrada a las JJ.CC., los nuevos militantes todavía prometen educarse “en las concepciones de Marx, Engels, Lenin, Luis Emilio Recabarren y otros pensadores marxistas”.
El pasado y el presente del Partido Comunista de Chile no se entienden sin la doctrina marxista-leninista que profesa. En momentos en que miramos el pasado para enriquecer nuestra democracia y tras el llamado del Presidente a llegar a “consensos mínimos”, conviene evaluar, con razonable espíritu crítico, el problemático compromiso democrático de un partido que ha desempeñado un papel central en la historia de Chile y que ha hecho de la “flexibilidad táctica” su principal herramienta política.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el miércoles 19 de julio de 2023.




