Me llega el archivo “Educación sobre memoria y derechos humanos: Recomendaciones para abordar el pasado reciente en Chile”, elaborado por Unesco, la Agenda mundial de Educación 2030 y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. 

Aparecen también los logos del Institut Français y de la Ambassade de France au Chili. Tres de los redactores del texto son efectivamente franceses, y tres son chilenos, entre ellos Francisca Dávalos Bachelet.

El objetivo principal del texto, declaran, es “desarrollar un cuadernillo pedagógico con recomendaciones contextualizadas respecto a cómo abordar los pasados traumáticos, desde el marco de la pedagogía de la memoria, con énfasis en el período de la dictadura cívico-militar en Chile; para contribuir al rol que tiene la educación como una garantía de no repetición y en la reconciliación”.

Por supuesto, el texto no hace nada de eso.

No hay “recomendaciones contextualizadas” porque no hay una sola referencia a la Historia de Chile previa al 11 de septiembre de 1973.

No hay palabra alguna sobre “los pasados traumáticos”, como la violencia promovida y desatada por los grupos marxistas, la inflación y el desabastecimiento extremos, la violación de todos los derechos y libertades bajo Allende, la dependencia de la UP del imperialismo soviético y de la dictadura cubana, la ruptura de la legalidad y de la separación de los poderes, etc.

No hay respeto por las fuentes, porque todo se centra en “la pedagogía de la memoria”, es decir en lo que unos quieren imponer sin respeto alguno por lo que tantos otros, muchos más, saben que efectivamente sucedió.

No se trata de un énfasis en “la dictadura cívico-militar en Chile” –terminología acuñada por el PC–, sino de una exclusiva referencia al Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden en su dimensión de enfrentamiento con el terrorismo y la subversión.

No hay contribución alguna “al rol que tiene la educación”, porque la verdad es de tal modo deformada que las conciencias de los niños quedarán igualmente pervertidas.

No se trata de una una “garantía de no repetición y en la reconciliación”, porque no hay una palabra que exprese que desde la izquierda se asumen los errores y los horrores del proyecto allendista, disposición clave para la reconciliación.

Todo el texto es un clarísimo ejemplo de intervención foránea, de agenda 2030 y de compromiso marxista con la revolución en los espíritus.