Un rebaraje de fuerzas

Hernán Felipe Páez | Sección: Política

De proporciones inusitadas fue el rebaraje de fuerzas que se produjo en la política nacional, tras conocerse los resultados de la elección de Consejeros Constitucionales, el pasado 7 de mayo. Ni el pronóstico más alentador contemplaba más de 20 escaños para los Republicanos, en este nuevo órgano: el Consejo Constitucional. Los más osados –o esperanzados, según se quiera ver–, con fundamento en algunas encuestas que circularon privadamente en las últimas semanas antes de la elección, hablaban de 18 curules. Otros, un poco más pesimistas, con relativa cautela nos animábamos a estimar que, como mucho, el número de electos rondaría los 15.

Hay que recordar que en esas semanas previas a la elección, los medios de comunicación aún hablaban de la posibilidad de que el Partido Republicano obtuviese más consejeros electos que el pacto “Chile Seguro”. Se hacía mucho énfasis en esa palabra clave. Era solo uno de los escenarios probables, sin que alguien se atreviera a afirmarlo derechamente. Gran distancia con los hechos que hoy todos conocemos.

Este resultado, por supuesto, no es posible atribuirlo a una sola causa, pero entre los factores sobre los que considero que se ha meditado muy poco en la política nacional, en general, y en “Chile Vamos”, en particular, es sobre el estado de orfandad en que materialmente fueron abandonados millones de electores, con cada intento de la antes mencionada coalición, por virar hacia el centro –e, incluso más allá, hacia la izquierda política–, cuestión que se ha podido atestiguar manifiesta e indubitadamente desde hace al menos 6 años. Un electorado tradicional de derecha que, en otras circunstancias, habría tenido que conformarse una vez más con lo que, en su opinión, representa el mal menos malo, en lugar del mayor bien posible –esto al menos desde el declive fundamental de lo que otrora fue la tienda política de Jaime Guzmán: la UDI.

De acuerdo a un análisis de los resultados del 7-M, realizado por la Universidad del Desarrollo, el Partido Republicano obtuvo el 40% de las preferencias dentro del quintil de menores ingresos y un 36,7% de ellas en el quintil de ingresos medio-bajo. Ganó en 253 de las 346 comunas del país. No exageraban quienes, tras conocerse los resultados, hablaban de una “marea republicana”. Pero más que solo un resultado, se trata de un atisbo de una genuina derecha popular, como no se había visto desde la primera vuelta presidencial de 2021, en que José Antonio Kast logró un importante apoyo en los sectores populares. De hecho, en aquella ocasión, Kast triunfó sobre Gabriel Boric en 23 de las 25 comunas con mayor pobreza multidimensional del país.

Articular un proyecto político de derecha popular debe ser el horizonte no solo de Republicanos, sino que también de las demás fuerzas del sector, pienso particularmente en la UDI, que, no obstante a estar circunstancialmente separada de los primeros, tiene en ellos a sus aliados naturales. 

Sería bastante positivo que este rebaraje de fuerzas indujera a un sinceramiento de posiciones dentro de “Chile Vamos”, de modo que sus dirigentes se cuestionen: ¿cuál es el proyecto político que queremos construir de aquí a 40 o 50 años? ¿Cuáles son los principios que han de informar –en términos filosóficos– dicho proyecto? Y, una vez se haya reflexionado sobre aquello, lo lógico es preguntarse: ¿con qué aliados es más factible construir esa ruta trazada?

Si la UDI llega a la conclusión de que los principios que han de informar dicho proyecto político son la Dignidad de la Persona Humana, el Bien Común, la Familia como Núcleo Fundamental de la Sociedad, la Subsidiaridad, la Solidaridad, la Destinación Universal de los Bienes –que es fundamento y a la vez límite de la Propiedad Privada–, la Justicia Social, el Bien y la Verdad como Realidades Objetivas, entre otros, entonces hay, a lo menos, dos grandes conclusiones que sacar en limpio: en primer lugar, que dicho proyecto ha de estar fuertemente entroncado en la tradición filosófica cristiana, particularmente en la Doctrina Social de la Iglesia; y, en segundo lugar, que, para ello, sus mejores aliados son y serán los Republicanos, puesto que con ellos hallará una coincidencia en lo fundamental.