El Salitre de Balmaceda, el Cobre de Allende y ¿el Litio de Boric?
Jorge Andrés Pérez | Sección: Historia, Política

El Desierto de Atacama se controla desde el mar, y por eso sus riquezas fueron mayormente explotadas industrialmente en el siglo XIX por empresas chilenas y de del Reino Unido (luego alemanas) con el salitre; en siglo XX por empresas de Estados Unidos (luego australianas y canadienses) con el cobre; y ahora en el siglo XXI las empresas de China pretenden hacer lo mismo (luego serán rusas) con el litio. El único problema es que, como Alemania en el siglo XIX y XX, China en el siglo XXI no controla las rutas marítimas en el Océano Pacífico. Todavía no es una potencia capaz de proyectar poder en todo el mundo por el mar.
Recordemos que tal vez no es accidental que Alemania se beneficiara del conflicto de Balmaceda con los intereses económicos británicos, y en el siglo XXI que China puede estar siguiendo la estrategia de Alemania en el siglo XIX de fomentar un conflicto entre el estado de Chile y la potencia naval hegemónica mundial: Estado Unidos.
En el siglo XIX, después de la batalla de Trafalgar, el Reino Unido se convierte en la potencia naval hegemónica. En el siglo XX, después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se convierte en la potencia naval hegemónica. Está por verse si en el siglo XXI, China se puede convertir en la potencia naval hegemónica. Pero, para eso necesita derrotar a Estados Unidos y sus aliados. Sólo entonces, China va a poder explotar los recursos minerales del desierto de Atacama con libertad. Porque en este momento el acceso a estos recursos depende de la buena voluntad de Estados Unidos y sus aliados (Australia, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda, Reino Unido, Taiwán y Chile), que controlan el acceso marítimo al desierto de Atacama desde Asia. Esta es la razón por la que para Chile es muy imprudente aliarse con potencias que no controlan el acceso marítimo al desierto de Atacama.
La decisión de Balmaceda de morder la mano al Imperio Británico fue una irresponsabilidad geopolítica que nos costó pérdidas territoriales inmensas con Argentina después de 1891. La decisión de Allende de morder la mano a Estados Unidos fue otra irresponsabilidad geopolítica que nos costó tener que lidiar con la incertidumbre de guerras con Perú (1974) y Argentina (1978 y 1982). Presidentes como Balmaceda y Allende son una bendición para nuestros vecinos, porque generan conflictos con nuestros aliados estratégicos en el Desierto de Atacama (y Estrecho de Magallanes).
¿Balmaceda era un peón del Imperio Alemán? ¿Allende era un peón del imperio soviético? ¿Boric es un peón del imperio chino? No lo sé, pero los tres al menos huelen a tontos útiles peligrosos para la estabilidad geopolítica de Chile en el largo plazo, porque tratan de realinear a Chile con potencias que no han probado su capacidad para controlar las rutas marítimas globales. No hay que perder de vista que hay que sacar las riquezas de Atacama a los mercados internacionales por mar.
Aquí no se trata de ser serviles con los intereses de las potencias marítimas como el Reino Unido antes de la primera guerra mundial o Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Pero hay que tener los ojos bien abiertos para darse cuenta de quién controla el acceso marítimo al Desierto de Atacama. Tirarse a la piscina con aspirantes a potencia marítima antes de que derroten a la potencia marítima vigente es una estupidez supina.
Apostar en el siglo XIX por el Imperio Alemán cuando no había podido asegurar el control naval efectivo de las rutas marítimas a Chile fue una imbecilidad. Apostar en el siglo XX por el imperio soviético cuando no había podido asegurar el control naval efectivo de las rutas marítimas a Chile fue una imbecilidad. Apostar en el siglo XXI por el imperio chino cuando no han podido asegurar el control naval efectivo de las rutas marítimas a Chile es una imbecilidad.
No hay que perder de vista que, por un poco de poder, los caudillos ludópatas siempre están dispuestos a apostar en un casino global el futuro de Chile.
Hay que pensarlo muy bien antes de pasar los recursos minerales del Desierto de Atacama a una potencia económica que no tiene el control naval efectivo de las rutas marítimas de acceso a esos recursos. Porque esas potencias económicas nos van a usar para atacar los intereses de la potencia naval que tiene el control efectivo de las rutas marítimas que necesitamos usar. El Imperio Alemán nos usó contra el Imperio Británico, y el imperio chino nos va a usar contra el imperio de Estados Unidos.
Chile tiene que defender sus intereses globales reales de largo plazo, y no solamente buscar llenar en el corto plazo las arcas fiscales de un gobierno de turno para que pueda comprar popularidad con el gasto y así proyectar su control del estado en el tiempo. No sacamos nada con maximizar las rentas monetarias del estado producto de los altos precios de los recursos minerales del Desierto de Atacama, si al hacer esto socavamos nuestras alianzas estratégicas de las que dependemos en el largo plazo para mantener nuestra integridad territorial.
La codicia fiscal de Balmaceda nos costó vastos territorios en la Patagonia oriental y en la Puna de Atacama, porque después de la guerra civil de 1891 Chile quedó muy debilitado en su poder de negociación geopolítica frente a Argentina. La ambición política de Allende casi nos costó terminar en guerras con Perú (1974) y Argentina (1978). Es realmente sorprendente que el gobierno militar navegara exitosamente esos desafíos con lo geopolíticamente debilitados que estábamos por la irresponsabilidad de la UP.
Nos va a costar caro si Boric cree que puede ignorar la realidad del poder que Estados Unidos y sus aliados tienen sobre la estabilidad geopolítica de Chile. ¿Podemos darnos el lujo en Boric (s. XXI) de un tercer líder tipo Balmaceda (s. XIX) o Allende (s. XX)? Es decir, un caudillo con una alta tolerancia al riesgo geopolítico que sabe mentir de manera convincente con tal de eternizarse en el poder del estado.
¿Qué podemos aprender del salitre de Balmaceda, el cobre de Allende y el litio de Boric? Que Chile necesita estabilidad geopolítica, seguridad interna y responsabilidad fiscal para poder atraer inversión cada vez más compleja que sea capaz de explotar las mejoras en la productividad de nuestro capital humano. No sacamos mucho financiando gobiernos que buscan eternizarse en el poder comprando popularidad con un gasto fiscal de marinero ebrio, ya sea con reformas tributarias o nacionalizaciones.




