El Partido Republicano: Del antioctubrismo a la “renovación constitucional”
José Manuel Castro | Sección: Historia, Política

Con motivo del reciente triunfo del Partido Republicano en las elecciones para el Consejo Constitucional, quería compartir algunas ideas sobre el pasado, el presente y el futuro del grupo liderado por José Antonio Kast, que pueden ayudar a comprender su identidad política.
En primer lugar, conviene señalar que el Partido Republicano es heredero del proyecto político del gremialismo de los años 80, lo que Carlos Frontaura ha denominado “el proyecto humano de Jaime Guzmán”. No solo hay un cúmulo de ideas (dignidad humana, libertad cristiana, subsidiariedad), sino también un estilo político forjado en los 60: resistir la ola revolucionaria mediante la no claudicación en la defensa de determinados principios fundamentales.
Los resultados del 7 de mayo se explican en parte por la fidelidad a ese estilo, base de la estrategia del partido desde el estallido social: el Partido Republicano fue el único partido en articular una denuncia al “lado B” del octubrismo y un rechazo al acuerdo de noviembre, incluso dentro de la derecha.
Esa primera etapa (reaccionaria, si se quiere) le permitió al Partido Republicano quedar situado en la mejor posición como representantes de un “antioctubrismo”. Ese mejor posicionamiento se hizo más nítido una vez pasada la ola revolucionaria.
De este modo, una lectura alternativa de la naturaleza del estallido social y sus alcances le permitió al Partido Republicano quedar ya desde entonces mejor posicionados que la UDI en el eje “antioctubrista”.
Los excesos de la Convención Constituyente le permitieron al Partido Republicano pasar de una inicial fase de reacción antioctubrista (reclamo por el retorno del orden público y del imperio de la ley) a una etapa en que podían mostrar con eficacia sus cartas conceptuales: defensa de ideas –como la unidad nacional, la libertad de enseñanza y la propiedad privada– en las antípodas del primer proyecto constitucional.
En paralelo, el planteamiento del Partido Republicano sobre las “urgencias sociales” mostró mayor efectividad en la bajada de su mensaje a distintas clases sociales, especialmente capas medias y populares, más allá de las “tres comunas” de la derecha tradicional. Esta ha sido la respuesta del partido para atender lo que desde el mundo intelectual ha sido explicado como la “fractura élites-pueblo”. El gobierno de Gabriel Boric ha dejado libre el descampado para que esa tesis cobre mayor relevancia.
Mi impresión es que, de cara al proceso constitucional en marcha, el partido no sostendrá a priori la tesis “Rechazo”. Tiene la oportunidad de mostrarle al país una nueva ruta, más creativa, relacionada con una “actualización constitucional” o una “renovación constitucional” que subraye aquellos elementos valiosos de la tradición constitucional chilena que merecen permanecer en nuestra arquitectura institucional.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por José Manuel Castro en su cuenta de Twitter, a quien agradecemos su autorización para publicar como columna. Agradecemos a José Tomás Hargous por la edición.




