Del litio al hecho, hay mucho trecho
Juan Pablo Zúñiga Hertz | Sección: Política

Ya se habrá dado cuenta que el desgobierno de fanáticos goza de una gran verborrea, pero muy poca neurona. Para compensar sus pobrezas intelectuales y deficientes capacidades de gestión, no les queda otro recurso más que la grandilocuencia, los discursos pomposos y la propaganda.
Al oído del ignorante –y al del fanático– toda la palabrería del ejecutivo les suena bien, grandiosa, mesiánica y por tanto salvífica. El resto de nosotros somos simples gentiles que no pertenecemos ni entendemos los grandes cambios históricos que supuestamente están en marcha. El papel y el palabreo aguantan mucho, siendo su límite el qué tanto el oyente desea ser embaucado.
Se ha dicho que Chile es un país de poetas. Mucha palabra, mucho embolinado de perdiz, pero poco contenido es casi una norma en ciertos círculos. Lo cierto es que, si bien la estulticia es un recurso inagotable, la candidez parece no serlo tanto, de manera que para los señoritos de La Moneda ya no les es tan fácil engañar a la nación, pues la borrachera ya pasó, los sentidos están de vuelta y ya todos perciben que el charlatán e ignorante no somos nosotros, sino el Sr. Boric y compañía.
Al darse cuenta de que toda esta novela del litio sería un gran acierto comunicacional para distraernos, el gobierno decidió lanzar sus planes y propuestas con bombos y platillos. Sí, los mismos que cuando oposición obstaculizaron la puesta en marcha de la explotación del litio para así ser ellos los protagonistas, aquí están trayéndonos las buenas nuevas sobre un mineral que, como el salitre y el cobre en el pasado, será la nueva fuente –según ellos– que nos ayudará a saltar al futuro. Eso sí, le anticipo, si ha de saltar al futuro, hágalo de la mano del Sr. Boric. Usted sabe, somos un país de idiotas que no conseguimos entender ni avanzar a la velocidad sideral de las transformaciones profundas que nos trae el progresismo frenteamplista con profundo sabor a leninismo.
Ya habrá oído el refrán “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. Desde el ejecutivo se ha dicho de todo, pero muy poco en cuanto a aspectos técnicos que al considerarlos hacen tomar con cautela tamaño evangelio de la salvación que nos entregara el presidente en los montes del Desierto de Atacama. La idea no es aguarles la fiesta, sino ser adultos y profesionales. Con ello viene la realidad inexorable que nos dice que no somos potencia mundial del litio, no tenemos la capacidad de montar una industria sofisticada, y lo peor de todo, no tenemos tiempo. Los avances tecnológicos para alternativas electroquímicas –como es el caso del sodio– así como la tardía entrada en el mercado del litio y nulo soporte tecnológico desarrollado en nuestro país, nos juega en contra, prometiendo quedar fuera del boom de este nuevo oro blanco, cuya disminución está en curso.
¡Qué ironía más grande ver al presidente y su séquito –que llegaron al poder a base de destrucción, sangre, fuego y mucho odio– celebrando el litio en el Desierto de Atacama, mismo desierto conquistado ni más ni menos, entre otros, por el General Manuel Baquedano! Sí, el mismo General de Ejército cuyo monumento gallardo fue derrumbado por las peores bajezas, pestilencias e inmundicias imaginables, todas revestidas de sabor épico con el título de “Plaza Dignidad”.
Un gobierno integrado por individuos que –salvo excepciones– da por sentados todos los avances y nunca se ha hecho parte de un proceso de desarrollo científico y tecnológico que implica estudio, propuesta de hipótesis, descubrimiento, desarrollo, análisis de impacto, costos, puesta en marcha y comercialización, jamás podrá comprender la magnitud que significa lo que pomposamente llaman de la Industria del Litio y, con ello, la Empresa Nacional del Litio.
Es muy fácil proponer, pero la ejecución requiere de un arduo camino y trabajo duro. Dicho sea de paso, el desarrollo científico y tecnológico –y lo digo por experiencia propia– requiere de largas jornadas de 12 o más horas de trabajo, fines de semana, noches de análisis y procesamiento matemático de datos, etc., todo lo cual resulta imposible con las 40 horas.




