Captura de las Instituciones del Estado
Jorge Andrés Pérez | Sección: Política

¿Cómo se reduce el incentivo perverso de los gobiernos de turno de llenar las instituciones del estado con partisanos, para así poder seguir gobernando después que se pierden elecciones?
Proyectar poder político en el tiempo para escapar del riesgo de la alternancia en el poder (que es el producto de elecciones competitivas) es simplemente hacer trampa. Las instituciones del estado deberían ser profesionales y no se deberían usar en el juego de poder del sistema político. Lamentablemente, los países más subdesarrollados tienen más problemas al momento de construir y mantener instituciones profesionales y apolíticas en el estado. Porque las facciones del sistema político se pueden organizar para evadir los vaivenes de los ciclos electorales, para así proyectar poder desde el estado cuando la sociedad no los quiere gobernando el país.
El objetivo debería ser tener instituciones del estado sujetas a su función social dada por la ley que se crea y modifica por la interacción de los poderes del estado (sistema ejecutivo, legislativo y judicial). Tener instituciones del estado controladas por los intereses de facciones es tener un sistema de gobierno sujeto a fuerzas informales que no son controladas por el sistema electoral. El resultado es que los gobiernos electos no pueden gobernar de una manera eficaz y eficiente, porque no controlan la burocracia institucional del estado. Es decir, si no se controla la burocracia institucional del estado, ganar mayorías en las elecciones no es suficiente para gobernar el aparato del estado.
¿Es aceptable que las burocracias institucionales del estado atornillen al revés si no les gusta el resultado de las elecciones? No, porque a la burocracia institucional del estado no se les paga un sueldo para que sean jueces de la voluntad del electorado. Por ejemplo, en Chile, la izquierda y la derecha han logrado capturar burocracias en las instituciones del estado, tanto a nivel local como nacional, llenándolas de personas en función de su lealtad política. Es decir, el criterio de selección más importante es la afinidad de intereses y no la aptitud y competencia profesional del candidato necesaria para que la institución del estado cumpla su función social de una manera eficaz (de acuerdo con la ley del estado que gobierna la institución) y eficiente (haciendo un buen uso de los recursos de los contribuyentes).
A los empleados del estado no se les paga un sueldo (con los recursos de los contribuyentes) para subsidiar el poder informal de facciones que buscan proyectar poder de manera irregular en el estado. Eso es financiar parasitismo político en las instituciones del estado. Es decir, se obliga al estado a financiar empleados que se mandan solos, porque creen que tienen poder de veto sobre los resultados de las elecciones en el sistema político. Pero esa discrecionalidad no puede existir en un estado profesional que es jerárquico y disciplinado en función del mejor interés de largo plazo de la sociedad. En un estado profesional nadie se manda solo y menos obedece jerarquías informales de facciones ajenas al estado.
En una democracia representativa, lo importante es que la alternancia en el poder sea posible, aunque la sociedad decida por largos períodos de tiempo no ejercer esa opción. Para ello, en el tiempo, cuando tienen la oportunidad de gobernar, es fundamental que ninguna facción logre capturar cuotas de poder en las instituciones del estado, ya sea a un nivel local o nacional. La captura de las instituciones del estado es un indicador de que hay en curso un proceso de captura totalitaria (corrupción política) del estado, por facciones que buscan quitarle al electorado el poder para elegir y controlar el gobierno de turno. Es decir, la captura pretende gobernar el estado con mecanismos paralelos que no están sujetos a la corrección de elecciones populares libres y limpias.
Entonces es una muy mala señal que las instituciones del estado estén siendo colonizadas por personas que son seleccionadas por criterios de lealtad política. Especialmente si esas personas tienen lealtad a un proyecto totalitario, que entiende la democracia como un ejercicio político demarcado por un partido único que no debe enfrentar competencia electoral real.
Es extremadamente caro para la sociedad financiar instituciones del estado llenas de mafias compuestas por personas que son ineptas e incompetentes para todo lo que no sea avanzar el interés de su facción. Primero, porque estas instituciones dejan de cumplir su función social (son privatizadas), y segundo, porque empiezan a cumplir en el estado funciones que no son controladas por el electorado (son parasitarias de los recursos del estado).
La función de gobernar no es capturar las instituciones del estado.




