El santo de palo hueco

Juan Pablo Zúñiga Hertz | Sección: Política

Hay una expresión brasilera para referirse a individuos de carácter sospechoso, de poca monta, mediocres, mentirosos, falsos e hipócritas: santo de palo hueco.

¡Qué grande debiese ser nuestra dicha a sabiendas de que en marzo de 2022 asumió el tan esperado mesías! ¡Qué ingratos que hemos sido con el Sr. presidente de la República y su séquito celestial que traían en sus manos la salvación! Qué drama debe de ser para este gobierno de supuestos iluminados gobernar a un pueblo de imbéciles como nosotros que no conseguimos ir a la velocidad sideral de las grandes transformaciones históricas que traían entre manos.

El actual gobierno de Chile es exactamente eso: una cohorte de santos de palo hueco, lleno de personajes hipócritas, falsos, venenosos, mediocres y perdedores. Zánganos, por doquier. Incompetentes, a raudales. Profitadores, hacen nata. Intelectualoides, por supuesto que no podían faltar.

Siendo así, ¿Quién gobierna? Nadie. El país simplemente sigue su curso gracias a una inercia histórica cuyo empujón inicial se lo dio el sistema diabólico que el actual gobierno busca demoler a toda costa.

¿Somos realmente un país de imbéciles y de fachos pobres que no entiende las buenas nuevas del mesías sentado en La Moneda? No. La realidad es inexorable. Los números, que tanta alergia le dan a estos fulanos progresistas, de izquierdas extremas y con sueños revolucionarios, no fallan y son aplastantes. Apuntan a que el gobierno sólo cuenta con su secta de fanáticos del 25% que le celebran hasta los exabruptos intestinales al Sr. presidente. Sí, ese mismo al que ensalzaban a nivel de rockstar, resultó ser un don nadie. Se los advertimos.

Nos cansamos. La gente se cansó. El pueblo que creen representar pero que en el fondo desdeñan, los rechaza y detesta profundamente. Nos cansamos de las humillaciones. Nos cansamos de la inseguridad. Nos cansamos de la invasión migratoria. Estamos agotados del robo descarado en el ejecutivo. Estamos hasta la tusa de que nos maten a nuestros carabineros. Ya tenemos alergia de tanto ignorante emitiendo sendos discursos de palabras empalagosas y enredadas pero que no significan nada.

La inacción agota al ser humano y agota las naciones. Nuestro país se está agotando y yendo en picada por el barranco. Las pocas acciones que se le ve al gobierno, apuntan nada más que a destruir. La producción cae; el remedio del gobierno es reducir las horas de trabajo. La violencia está fuera de control; no se le da plena potestad a Carabineros de Chile, sólo apoyo verbal y ceños fruncidos. El terrorismo y narcotráfico han llegado a niveles históricos y escalofriantes; el gobierno indulta y deja libres a terroristas. Las víctimas de la insurrección desean justicia, pues el gobierno le da pensiones de gracia a los terroristas que destruyeron el país.

¿Cuánto más aguanta Chile así? No lo sé. Una cosa es el aguante institucional y estructural del país, otra cosa es la resistencia y paciencia de los chilenos. Sólo sé que a este paso, los días del desgobierno están contados.

La gente se cansó. Ya no vitorean al Sr. Boric, sólo lo abuchean. Ya no le gritan que “es el mejor” y que “lo va a cambiar todo”, más bien –y a propósito de su visita al responso por el asesinato de la carabinero Olivares– le gritan “asesino” y cada vez más frecuente “renuncia”. Y así, el salvador que venía a cambiarlo todo, resultó ser un santo de palo hueco.