Virginie Despentes, feminista de tomo y lomo

Ximena Cousiño | Sección: Familia, Religión, Sociedad, Vida

La revista Ya de El Mercurio, el martes 7 de marzo, le da tribuna a una de las mujeres más polémicas de la literatura francesa del último tiempo: Virginie Despentes. En el peak de su carrera literaria, aplaudida por la crítica, con títulos como Fóllame, La teoría de King Kong y su nuevo libro Apocalipsis Bebé, cuenta algo de su vida, sus anhelos y sus referentes ideológicos. En el Chile de Boric, el paraíso Woke parece triunfar. Su entusiasmo permea la entrevista, mientras incentiva a los lectores a abrazar el feminismo más radical de la historia de la humanidad. La bajada del título de la entrevista es elocuente: “En América del Sur es donde se construye el feminismo de hoy y de mañana”.

Algunas de sus musas, Angela Davis y Audre Lorde, son las creadoras junto con Kimberlé Crenshaw, de una teoría y un movimiento que surge del encuentro entre círculos de feministas blancas y negras en los años 90. En ese encuentro histórico las blancas son acusadas de racismo. Y ante la respuesta defensiva de aquellas demócratas feministas, Kimberlé Crenshaw es aplastante: “The fact that you say you are not racist is proof of your racism” (“Que tú digas que no eres racista, es prueba de tu racismo”). El racismo es sistémico -dicen ellas- y permea la sociedad entera a través de micro agresiones sistemáticas. Crenshaw va a decir en su ensayo Critical Race Theory que no hay que decir que uno es una mujer de raza negra, sino que uno es negra (black woman), anteponiendo la identidad racial a la de la persona. Los hombres no nacen iguales en dignidad y derecho y es necesaria la discriminación positiva, que básicamente anula la igualdad ante la ley. Lo que importa es la conciencia identitaria. Ser una mujer, negra y lesbiana, concentraría una cantidad enorme de puntos de victimización creando otro nuevo concepto llamado intersectionality (interseccionalidad). En el caso de Virginie, su condición de mujer violada “la convirtió en una especie de heroína de culto, una santa patrona de las mujeres invisibles” (Ya).

Los responsables de todo serían los hombres de raza blanca, la Iglesia Católica, en fin, la cultura occidental, caldo de cultivo para los sistemas de poder en que el hombre blanco es el opresor y el protagonista de la historia. Hasta el conocimiento es blanco y perpetuaría los sistemas de poder (con eso se elimina la meritocracia).

La noción del patriarcado o White Supremacy es parte esencial del movimiento Woke o del despertar. Así, las divergencias sexuales, los pueblos originarios, los inmigrantes y los negros pertenecerían al eslabón más bajo de la sociedad, y serían las víctimas de un sistema perverso… sin ir más lejos, el nuevo proletariado en la lógica marxista. Paradojalmente, su visión es inherentemente racista y discriminadora.

Chile no quedó fuera del movimiento globalista y se tomó la calle con el lema “¡Chile despertó!”. Todos los sistemas de poder que dominan la sociedad habrían tomado conciencia (woke) de la “realidad”. La historia –le hacen creer al incauto– no ha sido jamás producto de las decisiones libres de las personas que conforman las sociedades (para bien o para mal), sino una constante lucha entre oprimidos y opresores. Por eso hay que encauzar la sociedad a través del progresismo para lograr la utopía socialista.

Despentes es cruda y no tiene problema de escribir sobre su violación, las drogas, prostitución y un mundo de degradación absoluta. En la entrevista de Revista Ya se queja de la resistencia que producen sus libros y sus ideas en los círculos de la alta cultura en Francia. Pero estamos en Chile y parece que aquí, cualquier cosa que venga de Francia tiene autoridad moral, y la revista del diario de la elite santiaguina, la promueve.

Sus palabras son elocuentes; incentivar la lucha hasta que desaparezca el capitalismo: “El capitalismo de todos modos tendremos que acabarlo”. En otras palabras, hay que destruir el sistema que logó sacarnos de la miseria de los años 70. A ella, sin embargo, le preocupa más la amenaza de la derecha conservadora que el capitalismo e invita a la juventud a abrazar el feminismo radical como un ideal a conseguir a toda costa. “…Deconstruir el patriarcado o sus masculinidades”. La pregunta que nos hacemos es ¿destruir y deconstruir para reemplazarlo por qué tipo de sociedad? Una con perspectiva de género, por supuesto.

Es triste pensar de Despentes que es que su propia vida, ultrajada y violada, sus experiencias con la droga y la muerte, son justamente los frutos de una sociedad deconstruida, sin Dios ni ley.  Hombres hipesexualizados que no respetan a la mujer, porque es un objeto de placer desechable. El sexo consentido -promovido por las teorías de Freud- es un acuerdo común, que explota en el movimiento de liberación sexual de los 60, donde cada uno satisface la voracidad sexual del otro.  Lejos están los tiempos del romanticismo de Cyrano de Bérgerac, de los amores no consumados, de la integridad, del honor y del respeto. ¿Tiempos patriarcales? ¿Tiempos cristianos? Aparecen en mi imaginario el Quijote y su defensa a Dulcinea… ¿Será que hoy día como antaño, Despentes anhela en su interior ser esa mujer digna de amor? El resentimiento, la razón hipertrofiada y el cinismo la mantienen en su cruda realidad: en la ordinariez de la vida sin belleza, sin virtud, sin grandeza.

El marxismo, en su eterna crítica dialéctica, promete cambio, pero distribuye miseria, fealdad y muerte. Destruye las confianzas, rompe el tejido de la buena voluntad, que es la base para la convivencia. El feminismo acusa al patriarcado de todos los males de la tierra (como si la mujer no hubiera hecho nada en la historia de la humanidad hasta la existencia de las sufragistas). Las ideas que hilan, parecieran enredarse en sus cabezas, sin quizás entender que son ellas víctimas de una ideología que no busca su liberación, sino su total esclavitud a una mirada del mundo y de la humanidad totalmente pesimista.  La creación misma y su natural desenvolvimiento serían todo perversión. Lo contrario a la belleza de las palabras del Padre que vio todo lo que había hecho y era muy bueno.

Aquí, nuestro Chile, eterno conejillo de indias de Francia y la ilustración, cumple con su destino amargo: seguir las luces embriagadoras que sedujeron también a la Francia del 68.  Aún no se recupera esa generación ni las siguientes de las trágicas consecuencias de la destrucción del tejido social. Los movimientos de liberación sexual pasaron a transformarse en los verdugos y carceleros de miles de mujeres abusadas y violadas en fiestas colegiales, cansadas de las miradas lascivas, presionadas a abortar por sus parejas o familiares, o a llenarse de anticonceptivos para ser olvidadas por sus amantes. Constantemente objetualizadas en un mundo de consumismo pop, y convencidas de que la maternidad es una forma de esclavitud.

El ideal tan amado que promete la entrevistada por Revista Ya, nos lleva a la triste realidad de una enorme cantidad de mujeres solas a los 50. Vaya consolación. Una sociedad cínica que habla en off y para callado del aborto que se hizo Fulana porque el hijo que llevaba dentro era Down, llevando a cabo el acto genocida más horrible de la humanidad: la sistemática eliminación del inconveniente bebé. Se mienten para no pensar y para justificar lo que no tiene justificación.  La muerte de los inocentes, se levanta hoy como la nueva era de los sacrificios humanos, antaño ofrecidos a dioses de bronce y barro; hoy, al egoísmo, a la carrera profesional, a la comodidad, a la lujuria y al miedo… ¿Miedo a una guagua o miedo al amor que toca a la puerta?

Marcuse hizo la pega. Su espíritu encendió toda la tierra y la hizo consciente de su infelicidad. Al final, desde Hegel, Marx y Marcuse, con Davis, Crenshaw, Laclau y Moufle, Beauvoir y una larga compañía de “intelectuales”, la lista de muertos sigue creciendo. Muertos en el cuerpo y en el alma. Las ideas cobran sus víctimas y la sociedad pierde los secretos de sabiduría ancestral para llevar una relación de pareja estable, complementaria, esa que se logra aprendiendo cada día que dar es mejor que recibir, que uno es más feliz cuando se olvida de sí mismo, cuando uno se abandona a la Divina Providencia y siente la presencia de ese Padre de toda la humanidad, de toda la creación. Ante Él no hay miedo, sólo bondad. ¡Supieran lo que es tener un Padre bueno!

¿Qué hombres habrán conocido estas mujeres? Quizás esos que uno encuentra en una fiesta de éxtasis, bares de mala muerte y donde pululan depravados hinchados de pornografía.  La misma que ellas promueven en su ideal de educación sexual integral, o su Social Emotional Learning, y las teorías de Paolo Freire, ideas que nuestro actual gobierno abraza con todas sus fuerzas. 

¿Sabrán los chilenos con qué chichita se están curando? Se están enfrentando a los monstruos de las ideologías más perversas de la historia de la humanidad. Las aulas en la Universidad Católica se llenan de profesores que proclaman a Marx como Jesucristo y a  Allende como un santo mártir. Toca preguntar ¿qué pito se habrán fumado para cerrar los ojos ante la cantidad de millones de personas que han muerto, en cuerpo y alma, en nombre de la causa?  Lo que no captan es que su visión de la persona, su materialismo científico, es equivocado, y que de verdaderamente científico no tiene nada.

Ahora, según ellos, es el momento para crear el nuevo orden, donde el Estado Mundial se hará cargo -cual dios-, de la sobrepoblación, o el cambio climático, como si el hombre pudiera detener las fuerzas de la naturaleza a través de unas ONG que financian millones de ingenuos.  La soberbia del hombre no tiene límites, y la inteligencia contaminada con la soberbia solo produce estupidez. 

La historia de Virginie Despentes es triste, sólo exaspera que se le ponga de modelo a seguir cuando en realidad toda la ideología que abraza produce los mismísimos efectos que ella quiere combatir:  la destrucción y degradación total de la mujer. Ojalá que pueda despertar del mundo de espejismos salvajes, y se dé cuenta de que la vida es buena, que hay gente buena, que la libertad del hombre tiene que ser interna antes de manifestarse hacia el exterior. Esa libertad se conquista siendo dueño primero de uno mismo, para salvarnos de nuestras bajas pasiones, egoísmos y miserias.

Mouffe