Conjeturas y posibles escenarios

Juan Pablo Zúñiga | Sección: Política

Hay quienes afirman que la historia es cíclica, por la repetición de eventos que han sucedido en el pasado. Tiendo a pensar que no lo es en sí misma, pero se torna cíclica producto de que los seres humanos gozamos de la lamentable “virtud” de tropezar no dos sino muchas veces con la misma piedra, repitiendo los errores del pasado una y otra vez. Por ello, el estudio de la historia, aventar hipótesis y conjeturar alternativas nos puede ayudar a entender el curso de aquella y, con algo de suerte, a no cometer los mismos errores.

Es evidente que hay una transformación de las fuerzas políticas. Vemos un robustecimiento del centro político a partir del surgimiento de lo que se vislumbra como una nueva centro izquierda y partidos de derecha como RN y EVOPOLI que van avanzando más hacia la órbita centrista, con más de una apertura en la curva virando hacia la izquierda. Sin embargo, persisten situaciones preocupantes. Ver a los señores Macaya y Chahuán -y hasta le propio Sr. Moreira-, entre risitas, abrazos y apretones de mano con el Sr. Tellier no solamente levanta todo tipo de sospechas y suspicacias, sino que reafirma la total pérdida de confianza de la ciudadanía en esa clase política.

Así las cosas, vemos cambios políticos que creo apuntan a un proceso a mediano y largo plazo. Sin embargo, tenemos una situación urgente que se llama Gabriel Boric y su camarilla que, en los tres años que quedan, puede causar estragos irreparables. De manera que, si bien nos animamos por las medidas a largo plazo en el campo de las ideas que apuntan a los acuerdos, en el corto plazo, en el plano cinético, vemos que estamos a la merced de un gobierno “manos de hacha”, donde todo lo que toca, lo destruye. Entonces, surge la pregunta que se repite una y otra vez, ¿qué hacemos?

Ya estamos en acción, de eso no cabe duda y lo señalo en primera persona, como parte de esta ciudadanía activa sin afiliación partidista. Podemos también conjeturar escenarios, ejercicio mental que ayuda a tener claridad sobre las acciones a ser tomadas y posibles desenlaces. Es de conocimiento público la masiva filtración de información sensible para la seguridad nacional. Si se produce una grieta que reviente el embalse Colbún-Machicura, la preocupación deja de ser la grieta sino los millones de metros cúbicos de agua que por ella salen amenazando con la inundación inminente río abajo. El gobierno se ha preocupado por la filtración y no por el contenido de esta. Si el contenido sale a la luz –y no le quepa duda que eso ha de suceder- el gobierno y todos los que estuvieron detrás de la insurrección van a caer. Por ello, entre renuncias, mesas investigativas y querellas, Boric y Cia., no están más que intentando tapar el problema para ganar un día más.

Otro escenario posible implica una ruptura que ya se vislumbra en el ejecutivo. El nivel de tensión de la coalición de gobierno -la majamama del FA como fachada y monigote del PC- crece a cada día. El matonaje, la soberbia, la ineptitud y la indecencia del gobierno están tensionando sus filas y llevando a Chile a un desastre internacional. Recordemos que después de los gravísimos impasses diplomáticos con Israel, ahora el reyezuelo -este pequeño Chicho que quiere asomarse como nuevo líder del progresismo latinoamericano- las emprendió contra EE.UU y sus responsabilidades para con las democracias. Siendo así, el presidente, en un acto de lucidez, podría romper con el PC y apoyarse más en figuras de la ex concertación. Esta medida, más que encausar su gobierno, simplemente le insuflarán algo del oxígeno de la moderación para evitar que muera antes de que termine el mandato.

Tal vez el presidente Boric ha pensado en la alternativa recién expuesta, sin embargo, sabe que las hordas iracundas que él mismo aleonó para que reventasen el país hace tres años, él no las maneja, sino el PC. De manera que se encuentra ante la encrucijada de: romper con el PC para salvar su imagen y tal vez el gobierno y con ello arriesgarse a un golpe insurreccional como el 18O o bien seguir adelante con la farsa de ser el pelele del PC costándole inclusive su sanidad mental, la cual ya da claros signos de estar afectada. Con un 29% de aprobación las cosas se ven muy mal para el presidente. Recordemos que él mismo señalaba -refiriéndose a su antecesor- que con bajos porcentajes de aprobación era mejor dar por terminado el gobierno e irse para la casa.

Sea cual sea el escenario, si la nueva clase política -aunque con rostros conocidísimos- se está articulando para volver a los ahora dorados y deseados 30 años, eso tomará tiempo y aunque sea un amarillento o un republicano el que asuma la próxima presidencia, el daño que los colegiales habrán generado será muy profundo. Para contener el daño, hay otras alternativas. Una de ellas es que la ciudadanía siga en este proceso de presión y participación de manera no partidista, utilizando todos los recursos y canales posibles. La otra alternativa, usted la sabe y ronda en la mente de todos los chilenos: la intervención de las FF.AA. Me aventuro a pensar que, llegado el punto en que como ciudadanía ya no contemos con más instrumentos para hacer entrar en razón al gobierno y viendo el estado de calamidad nacional, será esta propia ciudadanía la que apoye una llamada al orden de parte del mundo castrense.

Conjeturas, suposiciones y escenarios son meras expresiones de alternativas posibles para una nación como la nuestra que se ha adentrado por callejones peligrosísimos en los cuales cada vez son menos las salidas posibles. Antes de llegar a una última encrucijada, sí, aquella que usted está pensando, por el bien de Chile y de nuestras Fuerzas Armadas que han recibido el más ingrato de los pagos a través de venganzas judiciales por su participación en ponerle fin a una encrucijada semejante hace 49 años atrás, debemos proseguir en la tarea de presionar como sociedad, asumiendo nuestro papel en la historia -hasta las últimas consecuencias- y no contando a priori con la alternativa de pedir auxilio a la caballería. Eso se llama ser un ciudadano responsable que evita tropezar con la misma piedra repitiendo la historia.