Amistades tóxicas

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política

La belleza de los refranes es que adquieren cada vez más significado en la medida en que uno va envejeciendo, partiendo de la premisa de que, a más viejo, más sabio.

Dime con quién andas y te diré quién eres”. Si usted escuchó este refrán de boca de sus padres a la hora de ser educado al respecto de cómo elegir las amistades, entonces somos de los mismos y entenderá a dónde apunta esta reflexión.

Haciendo un juego de palabras podríamos aseverar “dime con quién gobiernas y te diré qué clase de gobierno eres”. Si le preguntáramos al actual gobierno “¿con quién gobierna?”, vamos a escuchar la respuesta del ufano que nos dirá que lo hace con expertos y con la “crème de la crème” de la nueva generación. Sin embargo, ya nos dimos cuenta de qué se trata: en su gran mayoría, de familiares y amigos. Y no cualquier amigo, sino de los de la peor clase.

Los amigos están en todas partes: ministerios, subsecretarías, asesorías, embajadas, consulados, agregadurías, empresas estatales, etc. Nombre usted el órgano del estado, que allí encontrará viejos comparsas del Sr. presidente y asociados. Así, verá usted a fulanos dándose la gran vida en embajadas y consulados, que entre banquetes y sobajeadas de patas en vehículos oficiales, han pasado a llevar a diplomáticos de carrera y, de paso, han ensuciado la escuálida política exterior chilena.

Yo entiendo, los políticos generalmente están amarrados de la cola, de manera que todo gobierno es la fuente de pago de favores de toda clase, ya sea políticos, económicos e inclusive íntimos. Como tal, el actual gobierno no podía quedar lejos de esta norma. El problema se suscita cuando vemos que más que amiguismo, la actual administración ha transformado el ejecutivo en un botín a ser saqueado hasta la médula. Todo esto bajo el pretexto de así poder realizar sus “transformaciones profundas”, fenómeno también inspirado por la arrogancia que les hace creer que tienen una superioridad moral tal que permite que el compadre -mismo siendo un don nadie- se transforme en autoridad, fruto del crisma sagrado del progresismo, que los inviste como grandes iluminados para guiar a un pueblo ciego que no es capaz de andar a su velocidad.

Hasta ahí, no hay nada nuevo bajo el sol. No es más que una manifestación de la corrupción de la política. Ahora, cuando se va más allá de simplemente nombrar al amigo perdedor para poder darle una peguita, estamos en problemas. Y esa barrera el gobierno la cruzó desde el primer día. Así tenemos un Ministerio de Defensa capturado por fuerzas del PC con el único objetivo de desmontar las FF.AA., respondiendo al manual leninista que guía a la actual administración. Lo que resulta repugnante es ver en cargos importantes a individuos que participaron activamente en la demolición nacional, como es el caso del Sr. Cataldo, el del nuevo director de Metro, y tantos otros. Es indignante ver que fulanos tóxicos, que se han engolosinado con un odio parido hacia la institucionalidad, el orden, la decencia y el estado de derecho, reciban el gran premio de un puesto gubernamental.

Cuando la falta de inteligencia y la soberbia -dos atributos que corren a raudales en la actual administración- son los motores de una persona, los frutos son desastrosos. Al disponer de una cierta dosis de poder, se le van los humos a la cabeza y comete torpezas una y otra vez. Cuando el necio está solo, se arruina solo. Cuando está en patota, entre amigotes y comparsas, son un peligro. Y ese peligro nos está devastando como país… y eso que llevamos menos de un año.

Dime con quién gobiernas y te diré qué clase de gobierno eres”. En un momento de lucidez nos dirían desde La Moneda “gobierno entre amigos y pelafustanes, pero como nos creemos el cuento de que somos los elegidos, nada de eso importa”. Efectivamente, nada les importa. Solo les importa el poder.