Incesto y feminismo: el origen de la perversión

Pamela Pizarro | Sección: Familia, Política, Sociedad

A sorpresa de la sociedad civil, hace unos días nos enteramos de que en el Congreso Nacional se está discutiendo un proyecto de Ley que pretendería derogar el Incesto, delito que hoy se encuentra tipificado en el artículo 375 de nuestro código penal vigente 

Como se está haciendo costumbre en nuestro Parlamento, se ha estado legislado sobre una serie de normas que han sido catalogadas por el sector más progresista, en conjunto con la bancada feminista, como las últimas normas conservadoras o resabios de una sociedad heteropatriarcal, retrógrada, que debe desaparecer a toda costa, para terminar con tabúes.

Nos sorprende y nos preocupa que las normas que se están tratando de derogar y algunas ya derogadas, tienen directa relación con la infancia, muchas de ellas dejando a los niños en una evidente vulneración, la pregunta es ¿por qué? y ¿de dónde vienen estas ideas o quién o qué las promueve?

Empecé a investigar buscando literatura e información sobre este tema. Para mi sorpresa -y quizás, para ser bien honesta, no me sorprendió tanto-, me percaté que, si bien el incesto ha existido siempre, en la actualidad esta derogación estaría promovida por autoras feministas, especialmente a partir de la tercera ola y ligadas al movimiento de mayo francés, en su afán de querer destruir la naturaleza de las cosas y “deconstruir” nuestra cultura. Diciendo, por ejemplo, que la “mujer no nace, se hace” (Simone de Beauvoir) o –otro ejemplo-, lo planteado por la autora Judith Butler: “el género es un constructo radicalmente independiente del sexo, este se transforma en un artificio sin ataduras, con la consecuencia de que hombre y masculino podría fácilmente significar un cuerpo femenino o uno masculino, y mujer y femenino un cuerpo masculino como un cuerpo femenino”. 

Pero sin duda es Shulamith Firestone, la que ha llegado más allá de la simple guerra dialéctica de los sexos, señalando que “la familia es la causa de la existencia del tabú del incesto y, en consecuencia, desinhibiendo los instintos reprimidos o las pulsiones básicas del placer que oprimen a los individuos y a la sociedad, llegaríamos a la sociedad del Eros, presidida por el principio del placer”.

Firestone avanza, señalando que la infancia es una construcción social y de la misma manera que debe producirse una emancipación de la mujer, debe también producirse una emancipación sexual de la infancia; en efecto, ella repudia la cultura de protección y cuidado de los niños y entiende que el Feminismo debe conseguir la emancipación de éstos.

Ella conocía, partir de Claude Lévi-Strauss, la importancia que juega en la sociedad, especialmente en la occidental, la prohibición del incesto y que la forma más efectiva de destruir la cultura y la familia es haciendo que la pedofilia y el incesto se conviertan en conductas aceptables.

Así, señala que, desaparecido el tabú del incesto “si el niño escogiera una relación sexual con adultos, aún en el caso de que escogiera a su propia madre genética, no existirían razones a priori para que esta rechazara sus insinuaciones sexuales”. Más aún, con el fin de que los niños no crezcan “reprimidos sexualmente”, llega incluso a recomendar que sean los padres quienes los inicien en su vida sexual.

Serge Leclaire, psicoanalista francés, en su texto El Incesto: Hacer “con” las Mujeres, Debates Feministas, vol. 15, señala sobre el incesto, que la dificultad que tendría la mujer sería creer que solo tiene la capacidad de producir al ser vivo y esto pareciera dispensarla de producir lo que sería una posición de mujer. Así describe que el problema de la mujer es producir representaciones, en el sentido inconsciente, que afirman que hay mujer y no solamente madres, pero que no lograría llevarlo al consciente, por los tabúes y prejuicios que conllevaría una relación incestuosa.

Como podemos darnos cuenta en estos pocos párrafos extraídos de textos relacionados con el movimiento feminista, hay una línea muy definida, en cuanto a que su objetivo es la implementación de la ideología de género y la emancipación de los niños para finalmente dejarlos en una situación de horizontalidad con los adultos, lo que conlleva normalizar las relaciones de ellos con adultos. 

Actualmente, existe una postura hegemónica: la ideología progresista, que incluye al feminismo. Muchos hablan de éste sin conocerlo o, lo que es peor aún, como si lo conocieran. Ante esto, cabe, cuestionarse sobre qué busca realmente el Feminismo. Si busca hacer desaparecer el orden natural de las cosas y se encuentra ligado, incluso, a la pedofilia, ¿podría tener el feminismo algo en común con nuestra cultura occidental cristiana?

Teniendo en cuenta que los principios de nuestra cultura occidental buscan promover y defender el orden natural, en las personas, la familia y la sociedad, es evidente que los objetivos del movimiento feminista les son totalmente ajenos. No habría nada en común con un movimiento que lleva al ser humano a la decadencia y al caos total.

Esta es una reflexión que nos debemos hacer honestamente al momento de tomar posiciones de acuerdo al rol social que cada uno cumple, sobre todo cuando tenemos sobre nuestras manos  el mandato natural de educar y proteger a nuestros niños.

Nota: Pamela Pizarro es Directora Ejecutiva de Veritas et Libertas.