Chile: el fracaso de los políticos

Gonzalo Ibáñez S.M. | Sección: Historia, Política

Hasta hace poco más de dos años Chile era un país cuya vida discurría en un ambiente de tranquilidad y paz y, sobre todo, de progreso. Es cierto que el impulso con el que venía se había debilitado de manera significativa, pero todavía lo mantenía a la cabeza del continente, constituyendo dentro de él, e incluso fuera de él, un ejemplo digno de imitar y de seguir. Tanto es así que el entonces presidente Sebastián Piñera, en declaraciones hechas el día 9 de octubre de 2019, lo calificaba como un “oasis” dentro de América Latina que había que “cuidar”.

Diez días después, sin embargo, se produjo el estallido de violencia insurreccional que provocó daños cuantiosísimos en la infraestructura del país, tanto pública como privada. Su objetivo era precisamente el poner término de inmediato al “modelo” de crecimiento del país y regresar a un modelo muy parecido a aquel que tuvo vigencia durante los tres años de gobierno marxista 1970-1973. 

¿Qué había sucedido? Que toda la clase política que gobernó al país entre 1990 y 2020, a pesar de las violentas críticas que dirigió contra el gobierno militar que la precedió, no tuvo ningún asco en apoderarse del modelo construido por este y aprovecharlo como base de sus propios gobiernos. Pero, la contradicción no podía sostenerse: abominar del gobierno militar, por un lado, y practicar sin asco su política, por otro. Fue así como, con el transcurso de los años, se hizo carne en muchos chilenos la idea de que todo el progreso que el país mostraba era un engaño hasta el punto de provocar el estallido que comentamos. Este estallido mostró entonces cómo la clase política que alternativamente, tanto desde el mismo gobierno como desde la oposición, había dirigido al país, protagonizó un estruendoso fracaso hasta el punto de que, de no haber sido por la pandemia, hubiera sucumbido enteramente. Pero Piñera, entretanto, temiendo por la continuidad de su gobierno, accedió con la anuencia de toda esa clase política, a que la constitución política que había servido de base al progreso del país fuera dejada de lado para dar paso a una nueva elaborada por una Convención Constituyente y en la cual encontraran cabida las ideas que estaban en la base de la insurrección. Por otra parte, una mayoría del país, todavía convencida de la bondad de los postulados de la revolución de octubre de 2019, elegía como presidente de la República a uno de sus líderes más connotados. Así llegó al poder político una generación carente de toda experiencia real para el ejercicio de esa tarea y enteramente dominada por axiomas ideológicos que poco y nada tienen que ver con la realidad del país. Se consumó así el fracaso de la clase política tradicional, tanto de un lado como del otro del espectro político del país, con el resultado que Chile entró en una situación de marcado desgobierno cuyas nefastas consecuencias se han convertido en una situación de amargura y de desesperación que cada día afecta a más chilenos.

Contra esa situación, sin embargo y al margen de toda organización política, esos chilenos reaccionaron en la primera oportunidad que tuvieron a la mano, cual fue el plebiscito del 4 de septiembre pasado, rechazando por una inmensa mayoría el esperpento constitucional que le ofrecía la Convención y, a la vez, decidiendo que continuara vigente la actual constitución a pesar de todas las descalificaciones de que ella fue objeto. Fue una reacción de sensatez y de sentido común que habla muy bien del pueblo chileno.

Sin embargo, esa misma clase política cuyo fracaso puso en riesgo el futuro de nuestro país, quiere insistir en su insensatez, esta vez desconociendo el veredicto de las urnas y negándose a reconocer el respaldo que ellas entregaron a la actual constitución. Quiere insistir en el proceso de cambio de constitución sin importarle toda la incertidumbre que ese proceso encierra. Pero, esta vez lo hace a sabiendas del mal que puede producir. No es entonces su decisión un error, sino simplemente, una traición. En eso están nuestros políticos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su página de  Facebook, el jueves 15 de septiembre de 2022.