Canalizando fuerzas

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política

Estas fiestas patrias recién pasadas, tanto en Chile como en el extranjero, tuvieron un sabor diferente. Estuvieron cargadas de un resurgimiento del patriotismo, donde finalmente, instigados por el triunfo del 4 de septiembre, conseguimos sacar de las gargantas ese nudo que nos impedía gritar a los cuatro vientos ¡viva Chile! y darles rienda suelta a todos esos nobles sentimientos de amor a nuestra República.

Es indiscutible que nuestro país atraviesa por una crisis que se manifiesta en todos los sentidos posibles, crisis que por lo demás no es nada de nuevo, sino tal vez una expresión de viejos asuntos mal resueltos. Estas situaciones no se sortean de la noche a la mañana; hay un clima de división profundo. Sin embargo, estos nuevos bríos patriotas no son meras expresiones dieciocheras, sino que son parte de un proceso de cambio en el cual hemos venido trabajando. Puede llamarlo cambio de estado psicológico de la sociedad, sentimiento de éxito y victoria, o como usted quiera. Lo concreto es que no es más que la razón asomándose a la luz, o más bien, la luz abarcándolo todo y trayendo más y más chilenos a sus cabales lográndose el imperio del sentido común.

Así las cosas, ¿para dónde vamos como país? No nos hagamos ilusiones que esto ya está resuelto. Por ningún motivo. Una vez derrotado el proceso constitucional anterior, tenemos la tarea de, como ciudadanía, imponer una vez más nuestro parecer y deshacernos del nuevo proceso constitucional que los señores políticos quieren echar a andar. Para ello hay grandes movimientos ciudadanos en Chile y el exterior trabajando en diversos instrumentos. Así mismo, tenemos también la tarea de oponernos a cada una de las barbaridades del gobierno en práctica que tenemos en La Moneda. Personalmente no creo en eso de las “oposiciones constructivas” en situaciones como las que está el país. Tampoco llamo a obstaculizar y paralizar el gobierno, pero cuando la nación está en juego y amenazada en los más diversos ámbitos fruto de la incompetencia del gobierno de turno, hay que tomar el toro por las astas.

Siendo así, ¿Qué hacemos con este gobierno? Cuenta la historia que en una época en que el futbol del Club Deportivo Universidad Católica estaba de capa caída, sus rivales -y tal vez más de un cruzado desilusionado- hacían mofa del emblema “CDUC” y su cruz para referirse a que significaba -disculpando los términos- “cada domingo una cagada más”. Con este gobierno sucede lo mismo, donde cada día comete gravísimas torpezas administrativas, legales, económicas, políticas, de seguridad nacional y diplomáticas. Sin embargo, cuenta con un séquito de admiradores -nacionales e internacionales- que ensalzan al reyezuelo a la categoría de líder mundial. Es decir, un individuo sin estudios, sin fortalezas mentales e intelectuales, sin experiencia laboral y profundamente ideologizado que despierta la adoración en su culto, no puede hacer otra cosa más que seguir adelante con la farsa y alimentar a sus creyentes con histrionismos, encarnaciones de Allende, verborrea diarreica, mal vestido y hasta con los zapatos rotos. La cuestión es -pese a ser un muchacho nacido y criado en clase acomodada- parecer pobre, jugar al proletario y continuar con la puesta en práctica del ejercicio intelectual propios de su generación que ha abrazado esta nueva izquierda radical de des construir y montar una nueva nomenclatura.

En etas circunstancias y con ese ímpetu ciudadano cabe preguntarse cómo canalizar esas fuerzas y encausar ese resurgir de patriotismo transversal. Para ello el primer paso ya se ha dado: la organización de la sociedad de manera paralela a la clase política. Estas organizaciones pueden tener bases ideológicas diversas entre ellas, pero todas comparten el factor común de tomar acción por Chile alejados de la política partidista. El segundo paso es el surgimiento de nuevas fuerzas políticas. Aunque no lo queramos, los partidos políticos seguirán estando presentes, es parte de la democracia. Sin embargo, ya se puede vislumbrar cambios en estos.

En el caso de la derecha, es importante que exista una derecha social, una derecha próxima al gremialismo y una derecha conservadora. En la práctica, sólo la vertiente conservadora está ganando terreno a través del Partido Republicano; las opción gremial -UDI y RN-requiere una profunda reformulación, mientras que la alternativa con una mirada más hacia el centro -EVOPOLI- debe deshacerse de viejos complejos que la izquierda “les metió en la cabeza”, evitando así caer en la constante claudicación.

En el caso de las izquierdas, con el declive de la Concertación se sumaron obsecuentemente a las vertientes radicales del PC y el FA. Sin embargo, a través de las elecciones pasadas se ha visto que las izquierdas dialogantes y democráticas -o lo que llaman de social democracia chilena- han levantado la voz comenzando a recuperar el terreno perdido. Los propios Amarillos por Chile, que recogieron cuánto huérfano ex concertacionista había y un buen número de intelectuales, asomándose como una nueva alternativa.

Después de la tormenta viene la calma. La tormenta no ha pasado, simplemente amainó un poco y ha dado tiempo para -con los remesones propios de la tempestad- despertar a los dormidos, encorajar a los miedosos y obsecuentes, deshacerse de los obstáculos y organizar nuevas fuerzas para enfrentar los embates que nos traen estos tiempos tumultuosos. Sea cual sea la vereda en la que usted se posicione, mantenga firme el pensamiento que, antes de ello, usted es un ciudadano que -después de Dios y su familia- se debe a Chile. Cuando esa convicción está firme, se puede seguir adelante muy tranquilo.