A los señores políticos

Rosa Sánchez G. | Sección: Política, Sociedad

El día en que ustedes adoptaron el Acuerdo por la paz y nueva Constitución, establecieron el procedimiento para un plebiscito de entrada y uno de salida.

Para ello, debieron modificar el Capítulo XV de la Constitución. Su artículo 142 dispone: “Si la cuestión planteada al electorado en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada, continuará vigente la presente constitución”. 

En esas circunstancias y en mi condición de ciudadana, exijo que se respete lo establecido por la Constitución y votado por nosotros.  ¡Las reglas son claras!

No es honorable que quienes gobiernan y lideran el país cambien las reglas del juego a su conveniencia. ¿Con qué moral podrán luego pedirnos el voto para ser elegidos, si después no cumplen lo que ofrecieron al postularse?

¿Con qué moral quieren después que les confiemos los designios de nuestra nación, si cuando han debido demostrar estar a la altura de tan alto honor, actúan de manera irresponsable, apostando plata y vidas ajenas?

No, señores; si quieren ser recordados en la historia de Chile, que sea porque fueron fieles a la palabra empeñada con sus electores y no por haber traicionado sus principios.

Vivimos tiempos muy difíciles, y se avizoran a futuro tiempos peores: guerras, hambre, inflación, crisis por doquier. Y un país que enfrenta algo así, se prepara con sabiduría, pone las prioridades sobre la mesa y se aprieta el cinturón para que cuando haya pasado todo, aún sigamos en pie y listos para reconstruir.

Si el país hubiere sufrido un terremoto grado 9, ¿cuál creen ustedes  que sería la prioridad? 

No es posible que el mundo político, después de lo vivido, esté pensando en generar cupos para sus operadores, evaluando cómo sacar rédito económico con otra convención o fórmula para reiniciar otro proceso: convencionales, asesores, secretarias, computadores, viajes, etcétera. 

Ustedes viven del Estado; nosotros vivimos de nuestro trabajo, que mantiene al Estado.  Por favor, dejen de pensar en una nueva oportunidad para ustedes, y por primera vez, piensen en el Chile al que deben sus posesiones.

Déjennos descansar, recuperarnos del sufrimiento de estos dos años; entretanto,  trabajen para que todos juntos podamos salir del foso en que hemos caído cada día más profundo.  No más convenciones ni payasos ni mentiras. Simplemente cumplan lo que establecieron en el acuerdo que ustedes mismos nos propusieron. 

Corrijan en el Congreso lo que haya que corregir, con justicia y equidad. Y sigamos viviendo en Libertad, un don no otorgado por ustedes, sino por el mismo Dios que nos permitió nacer.  

Atentamente.