Un mundo diversostenible

Carlos López Díaz | Sección: Política, Sociedad

“Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Sobre la entrada principal se lee: ‘Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres’, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: ‘Comunidad, Identidad, Estabilidad’.” (Aldous Huxley, Un Mundo Feliz)

Occidente, en las últimas tres décadas, se está transformando en un mundo diversostenible. Su divisa oficial podría ser, perfectamente: CONSENSO, DIVERSIDAD, SOSTENIBILIDAD. Estas ideas, de un modo gradual y por ahora subrepticio, han acabado suplantando el viejo lema revolucionario francés: Libertad, Igualdad, Fraternidad; en cuyo nombre, justo es decirlo, tantos crímenes se cometieron. Pero es dudoso que la nueva tríada sea más prometedora que la anterior.

El CONSENSO alude a un discurso omnipresente y machacón del cual no es legítimo disentir. Sugiere un acuerdo, pero en realidad es una imposición. Se asocia con la idea democrática, pero algo que no es modificable o discutible no es democrático. Por supuesto, la democracia debe tener límites, pero bajo el término sedante de consenso se incluyen aserciones que no solo no son democráticas, sino que hasta hace poco tiempo eran contrarias a la moral e incluso al sentido común.

El CONSENSO se ha institucionalizado en forma de organismos y tratados internacionales que son vinculantes (obligatorios) para gran número de países, por encima de sus parlamentos y su soberanía nacional. Al mismo tiempo, se ha convertido en el contenido único y exclusivo de unos medios de comunicación cada vez más concentrados en manos de fondos financieros globales. Los medios, en conjunto, no se dedican a informar, sino todo lo contrario, imponen una línea ideológica mundial, seleccionando los datos que llegan al público y sobre todo los que no llegan. De este modo hacen cada vez más difícil elaborar un pensamiento alternativo.

La DIVERSIDAD se refiere a la promoción de colectivos basados principalmente en el género y la raza, supuestamente oprimidos en las igualitarias sociedades occidentales del siglo XXI. El objetivo es diluir el concepto de pueblo o comunidad nacional, entendida como el conjunto de personas que comparten unos bienes culturales y que con su trabajo sostienen a toda la sociedad. La DIVERSIDAD trata de negarles conciencia de su unidad e identidad, fomentando el conflicto entre sexos y razas, y limitando las libertades individuales con el pretexto de defender libertades colectivas. De este modo deja al pueblo desprotegido ante la creciente desposesión y desarme moral que sufre, por vía de impuestos abusivos como el de sucesiones, la inflación provocada por la política energética, la inmigración descontrolada cuyos efectos recaen sobre las espaldas populares, y la permisividad ante los okupas. Esta clase media nacional, incluso antes de que proteste, suele ser culpabilizada como racista y sexista, para que acepte su suerte con resignación.

En tercer lugar, la SOSTENIBILIDAD, que de hecho se refiere al conjunto de regulaciones (es decir, restricciones de libertades) que se imponen a las clases medias nacionales, con pretextos como el cambio climático y, recientemente, la pandemia originada en un laboratorio chino.

No es por casualidad que la agenda diversostenible, conocida como Agenda 2030 y también como el Gran Reseteo, afecte ante todo a Occidente, y apenas nada a potencias como China o Rusia, cuyos regímenes ya restringen severamente las libertades por medios menos sutiles. Sin embargo, estos países sí se benefician de que la Agenda diversostenible comprometa a Occidente, porque los esfuerzos para luchar contra el cambio climático o el machismo le restan fuerzas que podría dedicar a competir en el campo productivo o incluso defensivo. Pero sobre todo, porque la Agenda tiende a convertir en una ficción las libertades y la democracia occidentales, sometidas crecientemente al consenso diversostenible, dictado por una elite política y económica. Para el régimen autocrático ruso y para el totalitarismo chino no hay mejor noticia que Occidente deje de ser el modelo de quienes creen en la libertad. Nada les beneficia más que acaben resultando ciertas sus cínicas críticas de la democracia liberal como una mascarada.

La alternativa a la Agenda diversostenible no se halla en Rusia ni en China, excuso decirlo. La alternativa se halla en una conciencia nacional o socialpatriótica que retome el papel protagonista en Occidente, que derogue la Agenda totalitaria y remodele el orden supranacional, empezando por la ONU y sus organismos subalternos, como la OMS, donde las peores dictaduras y regímenes teocráticos, en indigno pie de igualdad con una minoría de países democráticos, tienen acceso a entrometerse en la vida privada de todos los habitantes del mundo.

Si Occidente quiere preservar su identidad, basada en el humanismo grecolatino, el concepto judeocristiano de persona y las culturas nacionales en las que se han gestado las libertades individuales y el parlamentarismo, no tiene otro camino.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog  Cero en Progresismo, el miércoles 20 de julio de 2022.