El triunfo de la vida sobre la muerte

Benjamín Lagos C. | Sección: Política, Sociedad, Vida

Este viernes 24 de junio (día de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús; por cierto, algo más que una extraordinaria coincidencia) quedará escrito en los libros de historia para siempre. La Corte Suprema de los Estados Unidos (SCOTUS) hizo pública su sentencia Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, en la que sostiene que la Constitución de ese país no reconoce un “derecho al aborto”. En palabras del juez Samuel Alito, parte de los 6 votos de mayoría (contra 3 de minoría): “La Constitución no prohíbe a los ciudadanos de cada estado regular o prohibir el aborto. Roe v. Wade y Casey v. Planned Parenthood se arrogaron esa autoridad. Nosotros ahora revocamos esas decisiones y retornamos esa autoridad al pueblo y sus representantes electos”. Así, la SCOTUS revocó dos fallos, entre ellos Roe v. Wade, dictado en medio de acusaciones de fraude procesal en 1973, que invocaba el derecho a la privacidad para permitir el aborto en todo Estados Unidos. Desde ahora, cada estado decidirá su legislación en la materia.

La decisión es un parteaguas en la historia de Estados Unidos y de la humanidad toda, en muchos sentidos. Es el fin del amparo jurídico de un genocidio que cobró millones de vidas humanas inocentes. Es signo de que en medio de la desintegración moral de Occidente aún hay esperanza. Es, también, muestra de la solidez de las instituciones de un país cuya Carta Fundamental data de hace más de dos siglos y que casi nadie pide derogar como moneda de cambio para resolver cualquier problema político, como sí ocurre entre nosotros. Es el resultado de la actividad incesante de la sociedad organizada, de jueces íntegros y de un expresidente, Trump, que nominó a los magistrados que hacían falta para este hito sin precedentes. En definitiva, es el triunfo de la vida sobre la muerte.

Un aspecto complejo que deja de manifiesto esta sentencia de la SCOTUS es que crecerá la grieta jurídica, política y social en Estados Unidos. La balcanización cultural de ese país (costas progresistas versus un interior cristiano y conservador) se profundizará. Habrá, aproximadamente, 30 estados pro vida y 20 pro muerte. Dos países en uno. En estados como California o Nueva York los nonatos corren auténtico peligro; por el contrario, los niños por nacer en Arkansas, Missouri, Oklahoma, Texas y otros estados cuentan con un marco jurídico que los protege y una cultura de la vida que los acoge.

Mención aparte merece el escandaloso contraejemplo del presidente Biden y de la líder de la Cámara de Representantes, Pelosi, ambos sedicentes católicos y que salieron a lamentar (!) el fallo. Estos dos políticos del Partido Demócrata (el cual, salvo excepciones, está comprometido a fondo con el asesinato de niños por nacer y su negocio correlativo) habían sido reprendidos hace unas semanas por obispos de Norteamérica por promover el aborto; advirtiéndoles, asimismo, que no podían comulgar, en aplicación del Derecho canónico. Qué valentía la de esos pastores de la Iglesia.

Por último, para quienes nos interesamos en el servicio público, esta decisión de la SCOTUS enseña algo fundamental. Los procesos políticos no son irreversibles; se pueden cambiar, con voluntad e inteligencia de muchos. No hay ley histórica que selle el éxito o fracaso en política para ninguna corriente, idea o iniciativa. Podemos vencer. ¡No cabe la resignación, sino la acción!