No tengáis miedo

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política, Sociedad

El miedo paraliza, y también impulsa. Es parte de nuestra naturaleza. Tanto así, que Dios mismo, en su palabra, insta a “no tener miedo” 365 veces, es decir, ¡una vez por cada día del año! Inclusive los que depositamos nuestra fe en Él, somos desafiados de tiempo en tiempo por el miedo.

En nuestro país, estamos viviendo una de esas encrucijadas históricas de la que todos somos parte. Sí, todos. Esto va más allá de ser uno de esos momentos en que las cosas se deciden sólo en el ámbito político o en esferas de poder superiores. Esta vez, todos estamos involucrados y de nosotros depende tomar palco y asumir las consecuencias de las decisiones de otros, o asumir el compromiso que tenemos con nuestro país para sacarlo de una buena vez de este calvario. Es nuestro deber. En tiempos en que todos quieren derechos, es necesario recalcar que como ciudadanos tenemos deberes y, particularmente hoy, es un deber del cual pende la subsistencia del país.

En tiempos de desafíos, siempre hay miedosos. En 1998, el ex canciller Hernán Cubillos señaló que, ante la inminencia de una guerra contra Argentina -y muy posiblemente contra Perú y Bolivia- en diciembre de 1978, “hubo muchos miedosos”. Nunca precisó exactamente quiénes fueron, pero lo cierto es que, si estos “miedosos” hubiesen estado en posiciones de toma de decisiones importantes para el país, ciertamente habrían tomado las medidas inadecuadas, producto de la influencia del miedo, que orienta a la sobrevivencia de un día más, a cualquier costo, en vez de pensar en las jugadas siguientes hacia el futuro.

A diferencia de 1978, hoy la amenaza no viene de los países vecinos, sino que desde dentro. Estamos bajo la amenaza de sufrir una nueva insurrección si gana el rechazo y eso infunde miedo en muchos chilenos. Por miedo, muchos votaron apruebo en el plebiscito de entrada, para así ganar un día más de vida, creyendo cándidamente que la violencia acabaría y que la extrema izquierda, guaripola del proceso, jugaría limpio. Craso error, el juego limpio no es parte de sus principios. El desenlace de esa historia ya lo sabemos: resultó ser el peor engaño y una tragedia nacional. Advertencias no faltaron, sin embargo, el miedo de unos -y también la ingenuidad de otros- hizo su parte. Esta vez es diferente. Por cada ciudadano que caiga presa del miedo o de los engaños provenientes de la CC, es un voto adicional a favor de la condena a muerte de nuestra República.

Todos lo tenemos claro y nadie quiere que nuestro país sea dividido, o que se multiplique obscenamente el aparato público que nos continuará asfixiando con una carga impositiva insufrible; nadie quiere ser controlado hasta en los más mínimos detalles por el “papito estado”, ni tampoco sentirse de segunda o tercera categoría frente a la ley que privilegiará a minorías raciales en vez de buscar el bien común. Nadie quiere tener que ser discriminado por no portar un carné que acredite “pureza racial indígena”. Todos queremos seguir apoyando a la selección CHILENA de futbol, y no a las de otras 15 naciones dentro de nuestro país. En definitiva, todos queremos seguir sintiéndonos en casa en este territorio que llamamos Chile, y no extranjeros en nuestro propio suelo. ¡Qué doloroso es para los que vivimos fuera del seno de nuestra tierra, llegar a casa y sentirnos forasteros en nuestro propio país!

La solución para todas estas disyuntivas es rechazar. Es la opción más inteligente. En abril de 1987, en su visita apostólica a nuestro país, el Papa Juan Pablo II exhortaba a los jóvenes reunidos en el Estadio Nacional con un mensaje que debe resonar hoy en cada chileno: “¡Jóvenes chilenos, no tengáis miedo de mirarlo a Él!” El miedo a entregarse por el todo a Cristo es el mismo miedo que lleva a tomar malas decisiones, pues, al final, la fuente del miedo e inseguridad es en ambos casos la misma: el diablo (que significa “el engañador”). Confíe en Él, que orienta el alma y el corazón; confíe en sus conciudadanos que lo están invitando a ser parte de una hazaña para salir de este sufrimiento nacional, confíe en que Chile seguirá siendo su hogar si usted hace su parte tomando la decisión correcta respecto de la nueva constitución. Nuestro país va a salir de esta debacle de una manera u otra, eso se lo aseguro, sin embargo, una de esas maneras está en sus manos. No tenga miedo y no pierda la oportunidad.