La ruina

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política

El Panteón, El Coliseo, El muro de los lamentos son tres ejemplos de las tantas ruinas famosas que hay en el mundo. Sin ir más lejos, son representativas de tres de los cuatro pilares de nuestra civilización. Las ruinas son el vestigio de un pasado de esplendor, las cuales se niegan tercamente a ser devastadas por el paso del tiempo para así cumplir su última labor en esta tierra: recordarnos un pasado glorioso, la importancia de cuidar lo alcanzado y el amargo sabor de la destrucción del esplendor.

El monolito que aún permanece en Plaza Baquedano -desprovisto del altivo General de la República y del gallardo soldado desconocido que llenaran de gloria a nuestro país en la Guerra del Pacífico- es una ruina que nos recuerda hoy, un Chile que se nos cae a pedazos. Nos enrostra, nos encara y nos avergüenza porque nos recuerda día tras día, por una parte, el dolor de la insurrección que ha devastado nuestra nación, y, por otra, el hecho de que no supimos defenderla.

La extrema izquierda chilena -organizada con su contraparte latinoamericana- consiguió lo que tanto quería: dividir a Chile en su alma, al punto de que no podamos más mirarnos como conciudadanos y como hermanos hijos de una misma patria. Lograron crear “el caos y profundizar las contradicciones” que tanto anunciaba Marx, el dios de las izquierdas. No nos engañemos más: todo esto es el preludio de una guerra civil. En la Araucanía, los civiles, agotados de la guerrilla, se están armando para resistir; ya no podemos ni siquiera salir a manifestarnos sin que aparezcan antifas, anarquistas o cualquier otro grupo armado de la extrema izquierda para acuchillar o disparar a matar a todo aquel que piense diferente de las izquierdas. Estamos caminando a la ruina.

El gobierno de Boric es la ruina para Chile. No se engañe con esto de que son niños inexpertos. Es cierto, el lenguaje usa la ironía y el sarcasmo para enrostrar al gobierno sus incapacidades, su inutilidad e inviabilidad, sin embargo, estos niños tienen muy claro lo que quieren: destruir Chile para reinventarlo desde las ruinas. Tan claro lo tienen, que poco les importa desplomarse en las encuestas y ser el gobierno peor evaluado en la historia de Chile en sus primeros dos meses. Mientras tanto, están trabajando arduamente en el desarrollo de su plan. Pero como las izquierdas, al tiempo que abogan por el odio contra quien ha conseguido avanzar en la vida fruto del trabajo y que  privilegian en cambio la presencia omnipotente del estado -que castra la libertad llevando a una sociedad a transformarse en invalida mental- son naturalmente malas gestoras (deficientes con los números, el orden y la economía), es evidente que jamás podrán concretar bien su plan de construir un nuevo Chile a partir de las ruinas. Es que construir no es parte del ADN de las izquierdas. Por lo tanto, sólo quedarán las ruinas.

A su vez, no se engañe, a meses del plebiscito, le aseguro que poco antes de este, tal como vimos un Boric “social demócrata” y “moderado” durante la segunda vuelta, tendremos acontecimientos que tenderán a convencer a la misma masa de incautos y jovencitos ABC1 con sueños de revolución: la CC presentará artículos más moderados y más ofertones; y el gobierno, a través de un pacto secreto con la CAM (recuerde, son de los mismos), conseguirán que cese la violencia en la Araucanía, al menos temporalmente, hasta pasado el plebiscito.

Sí, la revolución está en curso hace al menos 10 años. Sin embargo, impresiona y duele ver cómo en tres años, en que las izquierdas tomaron las riendas del país por la fuerza, consiguieron destruir décadas de avance y sepultar a Chile, el país modelo de América Latina. Tres años. Se confirma, trágicamente, una vez más, que ellos sólo saben arruinar países. No es necesario nombrar los ya clásicos ejemplos de estados fallidos que ha dejado la izquierda latinoamericana, simplemente dese una vuelta por Chile y vea comunas como Santiago, Recoleta, Valparaíso, y tantas otras donde opera, si no el Partido Comunista, un partido del Frente Amplio, apéndice del marxismo leninista que los inspira. Verá como estas comunas son verdaderos basurales, letrinas a cielo abierto, ni una sola muralla sin grafitis, prostitución en las plazas a la luz del día, tráfico de drogas a vista y paciencia de todos, asaltos con armas en cada esquina, edificios precarizados viniéndose abajo, el comercio formal siendo destruido, al tiempo que sobreabundan las fritangueras y el comercio ambulante que tiene las calles y el metro convertidos en tendederos de ropa con las poleras y los calzones ondeando al viento esperando un comprador.

Un asco. Dicho claramente: el actuar de la extrema izquierda -tanto en el gobierno como en la CC- presenta un nivel de ignorancia, pobreza intelectual, rabia y rencor, simplemente asqueroso y diabólico. Así mismo, digámoslo con todas sus letras: Boric es y será la ruina de Chile. 

La vergüenza y el dolor también motiva al cambio, al arrepentimiento y a la corrección de nuestros errores. Si el miedo nos domina ahora y no hacemos lo imposible para conquistar el rechazo de la nueva constitución, estaremos perdidos y tendremos que prepararnos para el choque fratricida. Nos cabe a todos tomar acción y hacer de nuestra parte. No hay espacio para no involucrarse en esta verdadera operación de rescate de Chile. Ya sufrimos la tragedia del socialismo y aquí estamos de nuevo, con la inflación, el caos y el desabastecimiento asomándose en el horizonte. Actúe ahora. No tenga miedo de la nueva insurrección con la que nos tienen amenazados si gana el rechazo: es mejor enfrentar una nueva insurrección en libertad que caer en el yugo opresor del marxismo totalitario que ya empieza a ceñirse sobre nuestras espaldas.