La apatía y el desfonde

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política, Sociedad

Gracias cabros por tanta pasión…”. Ese fue parte del comentario que el presidente de la República hacía por twitter mientras nuevamente se desataba en las calles la furia de las fieras instrumentales de la extrema izquierda el día 29 de marzo.

Chile ardía y el presidente miraba el futbol. Nuevos atentados terroristas a las casas de familias en el sur junto a un ultimátum de la CAM, al tiempo que el presidente iba -con megáfono en mano, cual estudiante revolucionario- a una manifestación. El terrorismo de fiesta en la Araucanía y el presidente comprando libros en Buenos Aires. ¿Apatía o inmadurez? Nada de eso. Simplemente no saben gobernar y, en definitiva, no les importa. Todos sabíamos que esto pasaría; como dicen en EE.UU, “I told you so”, se los dijimos. Si no cree, vea las encuestas. Der manera que vemos que el país sigue andando básicamente por la inercia. Hasta que se nos acabe el vuelo.

¿En qué mundo vive el presidente? En el mundo fantástico que él y sus seguidores construyeron en sus mentes y que ahora están haciéndolo realidad, sin asumir -por supuesto-el costo que tendrá, por una parte, esa obtusa visión de la realidad y, por otra, esta gran aventura de sus vidas en que nos embarcaron a todos. Es el mismo mundo mágico que ha hecho del presidente un ídolo, de sus sándwiches y mayonesas favoritas motivo de portadas de diarios, de su perro un ícono y de sus juguetes objeto de culto.

Se ve que últimamente es un hombre de pocas palabras, tal vez preso del pánico que le debe causar ese pensamiento que puede andar rondando por su mente: “¡en la que me metí!”. Tal vez el silencio es por instrucción de su círculo íntimo, al tiempo que este mismo “grupete de los elegidos” fraguan en misteriosos conciliábulos lo que cada uno ha de decir y hacer para intentar encubrir la inoperancia del ejecutivo que ya se ha hecho evidente. En definitiva, sólo se limita a comentarios por twitter -quiero creer que a través de terceros que administran su cuenta- y a apariciones protocolares.

No es mi intensión presagiar malos augurios contra el gobierno, pues, y a diferencia de ellos, no me regocijo en sus inoperancias dado que soy consciente de que sus fracasos nos están arrastrando a todos. Sin embargo, el fugaz optimismo que uno pueda intentar tener, rápidamente se desvanece al ver sus desafortunadas acciones que, en pocas semanas, se han hecho pan de cada día. Cuando una ministra del interior y subsecretarios son expulsados a balazos -con armamento de guerra- de un territorio común a toda la República, y sin presentar las acciones legales que la ley obliga frente a la agresión a una autoridad de estado, vemos el actuar débil, ideologizado y desconectado con la realidad de estar a cargo de la nación y del resguardo del estado de derecho. Cuando para la feroz crisis hídrica por la que atravesamos nos ofrecen discursos con palabrería como “políticas públicas…garantizar el agua como un derecho humano…derecho social” y un largo etcétera que no harán caer agua del cielo, en vez de poner en marcha AHORA soluciones técnicas y aplicadas -cuyos estudios ya existen- muestran a lo que vinieron: a darse el gustazo de ser gobierno y a improvisar.

Eso es: el gobierno de la improvisación. No los culpo, pues es propio de adolescentes que no saben nada sobre cómo gobernar. Sí, adolescentes, pues tienen la arrogancia propia de la edad, en que creen que “se las saben todas”, al punto de desechar inclusive el apoyo venido de sectores de la izquierda más moderada (sectores del PS, ¡quién lo diría!), con quienes la reunión en el Palacio Cerro Castillo, no fue más que un acto “para la foto”, literalmente.

De la CC mejor ni hablar, dirán algunos. Yo les digo: sí, tenemos que hablar pues no podemos perder la oportunidad preciosa de enrostrarles las monstruosidades que día a día nos ofrecen estos ciento y pocos convencionales con ideales distorsionados, con sed de revancha, llenos de odio, y dispuestos a descargar su ira diabólica contra nuestra nación. No podemos seguir en silencio, a pesar de que ya han demostrado que la opinión de la ciudadanía no les importa. La iniciativa ciudadana “Con mi plata no”, la más apoyada desde que comenzara este calvario, fue rechazada en minutos, aprobando en su lugar -y con un babero pensando en el suculento botín- la propuesta de la agrupación “no más AFP”. El revuelo mediático, desilusión y preocupación ciudadana que esto generara, es el tipo de acciones que se deben multiplicar, no para hacer fallar la CC como equivocadamente señalan sus defensores -pues este órgano es un error y un fracaso por sí solo- sino para hacer al país abrir los ojos y entender el peligro en que estamos.

Lo que vive nuestra nación hoy es inaudito, peor aún, es absolutamente grotesco. Desconcierta ver a tanto joven que sigue en estado de fascinación y absolutamente convencido de que el estado de bienestar en que nacieron es consecuencia natural del desarrollo -y no de la tan vilipendiada Constitución de 1980- y que nada lo puede poner en peligro, permaneciendo así per secula seculorum. Chile va a desaparecer en medio de esta locura que está desfondando la República y ciertamente no serán ellos, sino todos los chilenos con un mínimo de sensatez, los que deberán tomar las cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde. Si nos dejamos estar, me atrevo a señalar que la solución para Chile tiene dos posibilidades, donde ambas dependen de la ciudadanía: o la nación se revela frente a la debacle a la que nos están llevando o vamos directo a una guerra civil que ha de ser terminada por una intervención militar. No hay otro camino; no veo otro camino.

Se acabó el tiempo de cuestionar y de criticar. No podemos esperar el milagro del rechazo con devaneos de sobremesa de almuerzo de domingo. Llegó el tiempo de oponerse como sea, a como dé lugar, a estas verdaderas fuerzas del mal que hay sobre nosotros, manifestadas a través de la convención diabólica y el gobierno de incompetentes e improvisadores. Todos tenemos un fuerte que puede y debe ser aprovechado hoy por el bien de la nación, el suyo y el de su familia. Si su fuerte es la escritura, escriba cartas y columnas a los diarios, radios locales y sitios de opinión en internet; si su fuerte es el habla, hable, sin miedo y con racionalidad a colegas, familiares y conocidos. Si es líder, lidere. ¿Cómo cree usted que surgieron los grandes personajes que lideraron nuestra nación en momentos decisivos? Escribiendo, hablando y liderando.