Grandes culpables

Gonzalo Ibáñez S.M. | Sección: Política, Sociedad

Después de algo más de un mes de haber entregado el cargo de presidente de la República, Sebastián Piñera ha decidido reaparecer en el escenario político. Lo ha hecho condenando el acto por el cual el actual presidente Gabriel Boric recibió de rebote el impacto de una pequeña piedra. También sostuvo reuniones con las directivas de los partidos que apoyaron su gobierno -RN, UDI y Evópoli- para analizar el momento político del país. Al juntarse con los de la UDi, el presidente de estos, Javier Macaya, muy sonriente le entregó un papel que decía “Estamos mal en el refugio los 18.000.000 de chilenos”, haciendo alusión al mensaje que, en su momento, enviaron los mineros atrapados en la profundidad de una mina cerca de Copiapó. Piñera, también muy sonriente, lo recibió.

Lo que es para los chilenos, la sonrisa ha casi desaparecido con los acontecimientos de los últimos días, donde destaca la demolición de la Araucanía que han acometido los grupos terroristas que campean sin ningún control en esa región. Sin embargo, Piñera y Macaya sonríen. Lo cual es tanto más grave cuanto que ellos se inscriben entre los principales responsables de lo que sucede. Es inaceptable que, ahora, Piñera condene la violencia cuando durante su período se limitó a observar como ella crecía sin hacer ningún esfuerzo serio para detenerla, faltando así gravemente a sus deberes como primera autoridad de la nación. En ese incumplimiento fue acompañado por los partidos mencionados, en especial por la UDI. Varios de sus militantes ocuparon cargos en los sucesivos ministerios y ninguno se destacó por algún esfuerzo para que la ley se impusiera. 

Más grave aún, tanto Piñera como la UDI fueron grandes causantes de la distorsión de nuestra historia que, en definitiva, provocó el triunfo de las posiciones más extremas del socialismo y del marxismo en el país. Para ellos, el pronunciamiento militar de septiembre de 1973 fue una asonada militarista motivada por el ansia de poder. Por eso, el retorno a la “democracia” en definitiva no se iba a completar sino con la instalación de un régimen similar a aquel que encabezó Salvador Allende. Es lo que ha sucedido ahora. Por eso, tal vez, estén tan sonrientes.

La culpa de la UDI ciertamente es doble, porque ese partido se formó cobijado por el régimen militar y entre sus objetivos principales estaba el de cuidar y proyectar el legado de ese gobierno. Pero más pudo el apetito de poder y de disfrutar de las prebendas públicas y por eso, a cambio de estas últimas, se embarcó en un apoyo sin condiciones a Piñera, haciéndose así cómplice de la entrega que éste hizo del país a las fuerzas que lo quieren demoler. Como ha quedado en evidencia con el desempeño de esa convención que lleva el nombre de constitucional, pero que en vez de constituir al país va a terminar con su completa desorganización.

Piñera y la UDI sonríen cuando el país llora por la desesperación de un futuro que no puede preverse sino cada día peor.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su cuenta de  Facebook, el sábado 23 de abril de 2022.