Enfermo

Adolfo Ibáñez S.M. | Sección: Historia, Política, Sociedad

Somos un país enfermo. Un país encerrado en el maleficio de la revolución que reduce toda la vida colectiva a la politiquería, la deformación de la noble actividad que trata de la conducción del país. Y al estar afectados por este virus perdemos toda posibilidad de expandir la riqueza y multiplicidad de la vida. Todo el inmenso espectro de actividades y creaciones espirituales y materiales que abarca: desde lo pedestre de la vida cotidiana hasta los sueños infinitos como puede ser el deseo de colonizar el planeta Marte.

La revolución nos encierra en un palabrerío negativo y destructivo, tratando de hacernos creer que todo lo que el país ha logrado a través del tiempo constituye una farsa para oprimir a los débiles. Y que por esto es necesario refundarlo con el objeto de poner las cosas en su lugar, dándoles el poder a aquellos explotados e injuriados, a la vez que sojuzgar a los explotadores que siempre han dominado.

Y por aquí caemos en el borrón grosero de simplificar la tremenda variedad de la vida y de la sociedad. El complejo tramado de la humanidad queda reducido a solo dos grupos que, a su vez, son caricaturizados y simplificados al extremo para que quepan en el estrecho y pobre marco ideológico que produce la soberbia intelectual y anímica de individuos que piensan, muy egoístamente, que pueden abarcarlo todo con sus elucubraciones mentales extraviadas.

Nada puede quedar fuera del horizonte que presenta la politiquería ideológica. Ninguna otra preocupación puede concentrar las acciones y la creatividad de las personas. Es así como el presente queda mutilado de sus inmensas posibilidades creativas para materializar las esperanzas con que nos incita el futuro. Pero esto no es todo, pues las revoluciones siempre concentran su prédica en borrar ese pasado acusado de tantos crímenes. Así, sin futuro, sin presente y sin pasado, las personas y las sociedades quedamos en el vacío, suspendidos en la nada. Lo menos que puede decirse de una sociedad así es que está gravemente enferma.

Lo peor de todo esto, en nuestro caso, es que ya pasamos por una enfermedad similar durante el anterior período revolucionario que culminó con la Unidad Popular. La medicina pareciera no ser otra que comprender que nuestra variedad, riqueza, diversidad y heterogeneidad nunca calzarán dentro de las ideologías. A la vez, aceptar y reconocer que estas características permiten a cada uno aportar su grano de arena y que, uno más otro, permiten la suma que enriquece la vida de todos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el lunes 25 de abril de 2022.