Todos separados

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política, Sociedad

Independientemente de las ideologías y preferencias políticas de cada uno, le aseguro que el sólo leer el nombre de aquella canción de Los Jaivas, “Todos Juntos”, la mente se nos mueve. Lamentablemente, dicho llamado fue estéril en la época en que fuese lanzada la canción y hoy, medio siglo después, su llamado sigue siendo infructuoso.

El gobierno entrante y quienes lo apoyaron traen consigo la impronta de la separación. Dividieron a los chilenos entre los del pueblo y los fascistas, pueblos originarios e invasores, ricos y pobres, los del apruebo y los del rechazo. En definitiva, utilizando la vieja monserga dialéctica de los explotadores y los explotados, consiguieron llegar a La Moneda. Supieron, hábilmente, alimentar y explotar los rencores y envidias que tanto abundan en nuestra sociedad.

De esta manera, aquellos términos que les encantan como “gobierno de todos”, los llamados -de una dulzura empalagosa- a “cuidarnos y querernos entre todos” y el gran engaño de “la casa de todos”, no son más que palabras vacías que acarician esas neuronas que, cada vez que escuchan los clichés del sector, disparan impulsos frenéticamente. Al final, no son más que frases que cargan en sí la más dura de las hipocresías, pues el “todos” de nuestros adversarios es relativo, sólo incluye a quienes piensan como ellos.

La unión hace la fuerza” señala la conocida máxima. Es interesante ver que esa misma frase está gravada en el escudo de Haití, ejemplo por antonomasia de estado fallido en las Américas, donde la unión no es más que una fantasía. Y es precisamente a esa condición de fracaso total a la que nos conduce peligrosamente la CC, gestada a través de la violencia y la coerción, luego maquillada de unidad, para finalmente mostrar su más malévola vocación separatista y totalitaria. ¡Qué ironía de la historia!

Es curioso ver cómo de tiempo en tiempo, en medio de sus pregones revolucionarios, dejan escabullir la palabra “democracia”, creyentes de que dicho término le dará cierta substancia y soporte de legitimidad a sus desvaríos. Resulta imposible creer en la vocación democrática de la CC y del gobierno entrante, dos entidades amalgamadas con la misma ideología destructiva y manipulada por usted ya sabe quién: sí, el PC. Simplemente no comprenden la absoluta incompatibilidad entre la democracia y las sus propuestas de autonomías, de derechos de minorías por sobre el interés común de la nación y plurinacionalismos.

En su obra “Orthodoxy”, G.K. Chesterton nos señala que “las cosas que son comunes a todos los hombres son más importantes que las que son peculiares a cualquier hombre”. Así mismo, “el primer principio de la democracia es que las cosas esenciales en los hombres son las que tienen en común, no las cosas que sostienen separadamente”. Por lo tanto, pretender darle un cariz democrático a las propuestas constitucionales que sólo buscan darle poder a minorías de toda índole en claro desmedro del bien común de la nación, es en sí mismo un contrasentido.

No nos engañemos, este monstruo de dos cabezas -el gobierno del PC/FA y la CC- tiene perfectamente clara esta contradicción, la cual, en sus mentes, goza de total sentido a la luz de su definición de nación, que dista de la que nuestro pueblo entiende como tal. Es por ello que causa espanto ver cómo una generación de jóvenes absolutamente impregnados de neomarxismo y de la arrogancia propia de su edad, pretende olvidar la nación que nos tomó más de cuatro siglos para construir y reemplazarla por una pléyade de grupúsculos, comunidades y naciones con carácter autónomo que vienen a desmembrar nuestro estado-nación y hacer de la separación y el conflicto fratricida el nuevo espíritu del país. Así mismo, es de no creer que haya tanto chileno que aún cree en los buenos frutos que pueden surgir de este proceso revolucionario, cuyo propósito -alimentado por la sed de venganza- sólo nos lleva al derrumbe.

Este mismo monstruo con vocación totalitaria seguirá su paso firme hacia el control total, lo que incluye, ciertamente, hasta los más mínimos detalles de la vida de cada uno de los ciudadanos. Ciertamente, este monstruo de dos cabezas desconoce las palabras del autor citado que también señalaba que “la fe democrática supone que las cosas más importantes (los valores de la familia, la educación de los hijos, etc.) deben ser dejadas en las manos de hombres comunes y corrientes” y no en las de un órgano omnipotente cual “gran hermano”.

En definitiva, a nadie le cabe duda de que son tiempos difíciles y que la separación reinante supone una seria amenaza que puede escalar a conflictos civiles de mayor envergadura, de los cuales nuestra historia ha sido testigo en otras ocasiones. Es por ello que Chile, hoy nos llama a todos, sin distinción. Todos los que gozan de sensatez, están convidados a volver a ser unificados en torno a nuestra nación y todos juntos resistir los durísimos cuatro años que tenemos por delante.