Lo importante es competir y ganar

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política

Hay una vieja frase que siempre se les dice a los niños antes de una competencia “lo importante no es ganar, sino competir”. La verdad es que, en el calor de la batalla o en cualquier competencia, hay mucho que aprender; sin embargo, dependiendo de lo que está en juego, ganar sí es importante.

Este domingo hay mucho en juego como para conformarse el lunes 20 de diciembre de 2021 diciendo “dimos una buena batalla, pero no ganamos”. Nuestra República no puede darse el lujo de decir que lo importante fue competir, pues, aunque suene melodramático, estamos en esos momentos cruciales, de vida o muerte para la nación, su integridad y la de nuestro pueblo chileno.

Hoy el lema es: lo importante es ganar. Tenemos un candidato de lujo, con una integridad espiritual, moral e intelectual insuperable, que cuenta con el apoyo de grandes instituciones como la familia y millones, sí, millones de chilenos que no nos vamos a dejar doblegar frente a la intolerancia y al odio de las izquierdas totalitarias que no sólo buscan ganar e imponer su modelo, sino que abiertamente van en la búsqueda de la aniquilación de todo aquel que no esté en línea con sus funestas ideologías. Es cuestión de ver la creciente y concertada violencia en la última semana contra adherentes de nuestro candidato.

Un triunfo de nuestros adversarios significará la aniquilación del mejor ejemplo de superación de las pobrezas de una nación del tercer mundo, la nuestra. Significaría el triunfo del eje Habana-Caracas organizado por el maldito Foro de Sao Paulo, muriendo con ello todo sueño y aspiración de América Latina de caminar al desarrollo. Un triunfo de nuestros rivales será la hoja de ruta para conseguir que nuestro continente siga estancado en el modelo bananero y de realismo mágico que le ha arruinado la vida a generaciones enteras, millones de personas en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, y tantos otros.

“Señor Zúñiga, qué comentario más anacrónico, ¿no se ha dado cuenta que la Guerra Fría terminó hace más de 20 años?” me dirán algunos. Yo les pregunto, “¿realmente terminó?” Hasta el 17 de octubre de 2019 creíamos que sí, pero la respuesta es que en América Latina nunca terminó. El cáncer de la Unión Soviética ya no existe, pero células cancerosas fueron dejadas en todo el mundo. Hace 48 años pensamos que había sido extirpado el tumor marxista en una dolorosa cirugía, pero, en su inagotable paciencia, nuestros rivales lo hicieron crecer nuevamente y aquí estamos otra vez, con la misma retórica, los mismos odios y el mismo deseo diabólico de robar, destruir y aniquilar. Le recuerdo lo que las Sagradas Escrituras nos señalan sobre el diablo, que tal como el ladrón, su único objetivo es “robar, matar y destruir…” (Jn 10: 10).

Sí, lo importante, hoy, es ganar. Motivos hay de sobra y a estas alturas el elector lo sabe. Lo concreto es que Chile no resiste la profundización de la polarización y odio desatado por el PC y FA; no es posible imaginar un mínimo de gobernabilidad de manos de un grupo de individuos que más pintan para bandoleros y cuatreros que prometen un Chile más cercano al mundo de Aureliano Buendía que al de la nación altiva que levantamos a lo largo de siglos de patriotismo y sentir republicano. En la privacidad de la cámara secreta tendremos en nuestras manos el poder de decidir nuestro futuro y nuestra existencia como República. No deseche su oportunidad de evitar que siga creciendo el cáncer. Chile ya sobrevivió a una cirugía, pero nada asegura que pueda conseguirlo nuevamente. El poder está en sus manos.