Leopoldo López y la libertad de prensa
Claudio Bravo U. | Sección: Educación, Política, Sociedad

La visita del disidente político venezolano Leopoldo López, nos recuerda que Chile fue un milagro económico y político en un contexto regional de inestabilidad y proyectos partidistas basado en un clientelismo feudal que hoy no es otra cosa que corrupción y narcopolítica de parte de la nueva izquierda. También es un recuerdo incómodo para la izquierda chilena, y especialmente para Boric, Enríquez-Onimani, Navarro y otros políticos: en Venezuela hay tortura, asesinatos políticos, hay presos por defender elecciones libres y sin libertad de prensa. La dictadura de Maduro es la causa de una diáspora de casi 7 millones de venezolanos quienes buscan libertad, trabajo, cuidados de salud para sus seres queridos, y especialmente, paliar el hambre de sus hijos. Los periodistas chilenos de izquierda podrían mostrar algo más apertura y plantear una comparación entre el proyecto chavista/maduro en Venezuela y la violencia incipiente en Chile, amparada por la izquierda no democrática. Pero no lo hacen porque, al final del día, el “pueblo” (los pobres) no cuenta… Es una ilusión para ese periodista de izquierda que vive en el barrio alto y solo conoce la burguesía que adula a Boric.
Siguiendo los planteamientos del lúcido Hernán Millas, la violencia no es sólo agredir físicamente a una persona; también es violencia cuando una persona es anulada y silenciada sin poder expresarse libremente. Lo más peligroso, es cuando se impone la censura a la prensa. Hoy en las calles de Venezuela y en Chile, hay censura por parte de los partidarios del grupo de Puebla. Se queman casas, emprendimientos y también iglesias de distintos credos por el sólo hecho de profesar una fe. También hay violencia cuando la prensa pierde objetividad y deja atrás sus valores, para hacer vista gorda del mismo populismo chavista dejando a un lado el sufrimiento de tantas familias anónimas y especialmente las más humildes, que han visto quemarse en minutos lo que ha costado años de esfuerzo: Desde hace tiempo la prensa está en deuda con las víctimas de la violencia.
El disidente venezolano Leopoldo López compartió su experiencia de vivir en un cautiverio. En retrospectiva, Leopoldo López pudo darse cuenta que el chavismo comenzó a caldearse desde mucho antes. Primero, fueron las promesas de una sociedad mejor y justa por medio de un cambio constituyente, y a la postre, el discurso de la izquierda terminó por cegar a las masas quienes creyeron en el opio de las promesas; y en paralelo, la constante e incipiente violencia con el objeto de anular los comentarios de los defensores de la libertad, como hoy en Chile, cuando se impone la censura o cuando un periodista de la TV chilena busca favorecer a un candidato de la misma ideología que inspira la dictadura de Maduro.
Segundo, luego de la aprobación de las reformas constituyentes, los chavistas ocuparon cada recurso e instrumento del Estado para favorecer a sus pares y perseguir a la oposición por medio de la política de “Plata o plomo” (en Venezuela, se nombraron 2000 nuevos generales para garantizar el apoyo del Ejército y otros fueron asesinados, ver aquí).
Y luego, la tercera etapa: asegurarse que nadie dé un paso para atrás: aplicar la vigilancia y la violencia contra sus propios partidarios al igual que las sectas satánicas, los Nazis, fascistas, la policía CHEKA (la antecesora de la KGB) o la STASI. Por cierto, es complejo referirse a la Stasi cuando entre los exiliados chilenos se espiaban entre ellos, por lo tanto, nada extraño para un izquierdista que normalice la censura y la anulación del otro como una práctica diaria. Luego, ocurre la insensibilidad, descrito magistralmente en la sátira del libro “El Maestro y Margarita” de Mijail Bulgakov: no importa si desaparece tal o cual compañero, porque es algo que no sucede en una sociedad perfecta como la socialista, y en el extremo, se acepta la desaparición de compañeros mientras no sea uno quien caiga en desgracia.
Por cierto, hasta los intelectuales simpatizantes del centro y la izquierda han sufrido por no cuadrarse ante la nueva policía roja de las funas. Alfredo Jocelyn Holt se refiere a la toma de la Escuela de Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y apunta a Gabriel Boric como uno de los responsables. Por otro lado, el historiador Gabriel Salazar ocupó el término “diputadito”, por lo que cayó en desgracia y sufrió en carne propia la funa hasta que tuvo que jubilarse. Y así, la nueva izquierda roja -sin tapujos- hundió a uno de los últimos grandes intelectuales de la izquierda chilena. Por cierto, al final en la noche pesa no tener un apellido cuico o un padrino.
No hay que olvidar entonces, que la violencia no es sólo agredir a una persona por sus ideas libertarias, también es violencia la censura que hoy es palpable en detrimento del candidato José Antonio Kast. En diversos debates, José Antonio Kast ha sido cuestionado una y otra vez por las mismas preguntas concertadas y mal intencionadas por un sector de la prensa que ha perdido objetividad. Parte de nuestra prensa se ha rendido a las amenazas de las funas on-line y dan espacios inmerecidos a comentarios abyectos.
La prensa libre debe estar atenta. ¡Hoy más que nunca! hay que aprender de lo sucedido en Venezuela. Los intelectuales de distintos sectores están siendo testeados para que abandonen las luces y apoyen a la roja línea de Boric. Especialmente, hoy necesitamos la prensa libre -el cual no existe en Venezuela- para estar atentos y enfrentar las amenazas, el soborno y la narcopolítica que se instalado en nuestro país.




