Kast y la inclusión escolar

Germán Gómez V. | Sección: Educación, Política

Contradictoria es la campaña que circula por las redes sociales criticando al candidato Kast, acusándolo de querer eliminar los programas de integración escolar. Contradictoria porque entre las propuestas educativas que el candidato y su equipo propusieron están las de fortalecer la inclusión en los colegios, lo cual plantea la necesidad de derogar el actual decreto que rige a este programa y así avanzar a un marco mayor que se haga cargo de la inclusión en todos los alumnos.

Así, la propuesta de José Antonio Kast es oportuna, valiente y valiosa. Oportuna y valiente porque en nuestras escuelas, desafortunadamente, sigue siendo dominante la tendencia a escudarse en la consigna de que hay niños con necesidades educativas especiales para levantar un conjunto de actividades pedagógicas diferentes a las de los alumnos ‘normales’.

¿Acaso no son todos los niños especiales, únicos y originales? El enfoque educativo que procure ser inclusivo en los colegios y específicamente en las salas de clases no debería marcar diferencias estableciendo pedagogías paralelas para un grupo de estudiantes que considera normales y para otros compañeros que calificarían como especiales. Más aún, luego del ingente trabajo científico de Howard Gardner y otros es claro que los párvulos, niños y adolescentes cuentan con inteligencias múltiples que requieren procesos, ambientes, métodos pedagógicos y evaluativos que guarden concordancia con esa natural diversidad. En complemento a ello, el reconocido pedagogo español José Calderero ha relevado que el quehacer escolar tiene como marco de acción las necesidades educativas personales (y no las especiales) de cada alumno que asiste a las escuelas.

Pero además, José Antonio Kast ha explicado recientemente que su propósito es que la inclusión sea abordada para todos los niños sin exclusión. Y esto es muy valioso. Porque una perspectiva pedagógica realmente inclusiva comprende que todos los alumnos tienen requerimientos, gustos, capacidades, potencialidades, estilos y ritmos de aprendizaje, que requieren ser estimulados, impulsados, reforzados y atendidos en el trabajo educativo que se lleva a cabo en todos los espacios y tiempos educativos. Al mismo tiempo, el contexto en que cada estudiante vive, su motivación y sus experiencias de vida, también incorporan aspectos personales que no se pueden pasar por alto. Esta naturaleza diferente, dispar y variada de cada escolar, nos tendría que hacer entender que la docencia ha de tener a la vista las necesidades educativas individuales, y que el objeto del acto educativo es el ser personal de cada párvulo y de cada niño o niña que asiste a las aulas de los diversos proyectos educativos.

La filosofía educativa actual, de hecho, ha puesto énfasis en que en lugar de seguir practicando una ‘educación especial’ para un grupo de estudiantes es apropiado adoptar un enfoque de diferenciación pedagógica, de manera que cada alumno alcance los aprendizajes en base a una dinámica educativa que apunte al ser personal y que al mismo tiempo se haga cargo de la diversidad. El trabajo de los docentes desde esta perspectiva inclusiva e integral, supondría buscar las formas eficaces para que cada alumno logre los objetivos de aprendizaje. Aquí probablemente radique el principal obstáculo de una educación verdaderamente inclusiva, puesto que la formación docente no ha preparado suficientemente a los profesionales de la educación para que aborden con eficiencia y creatividad la diversidad en el aula.

Dar mayor facultades a cada comunidad educativa para que de acuerdo a su propio ideario se hagan cargo de este enfoque es, probablemente, el mayor desafío que habrá de enfrentar el sistema escolar para hacer de la inclusión, la equidad, y de la educación integral, una realidad y no un eslogan.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el jueves 2 de diciembre d 2021.