Pobreza y agenda pública post elecciones

Claudio Bravo U. | Sección: Política

Distintos líderes de partidos han expresado sus condiciones a cambio de apoyo para la segunda vuelta electoral y otros han dicho que son libertarios o apolíticos, condicionando cualquier inclinación por tal o cual candidato presidencial. La pregunta debería ser si te apoyo o no según la importancia del candidato para superar la pobreza. Uno puede preguntarse por qué no está en la agenda política el tema de las vulnerabilidades que enfrentan las familias.  Propender al bien común es una obligación social que nos compete a todos y especialmente deberían practicarla los líderes de opinión, sin embargo, emergieron posturas egocéntricas las cuales en otras épocas no han sido beneficiosas para el país. Podríamos volver al nefasto periodo parlamentario del siglo XIX y escucharemos el mismo discurso elitista alejado de los más necesitados. La excepción ha sido José Antonio Kast quien desde el primer día después de las elecciones se ha enfocado en acudir a las poblaciones y compartir con los más necesitados. Por supuesto JAK será criticado y agredido, porque los violentistas mantienen las poblaciones capturadas para el narcotráfico.

¿Dónde está el discurso en favor de los pobres? La pregunta recurrente el primer día post elecciones fue el matrimonio igualitario. ¿Y la superación de la pobreza? Es loable discutir el matrimonio igualitario, sin embargo, existe el cuerpo legal de la unión de acuerdo civil y reconocimiento de las parejas de hecho. Es un tema para mañana, en cambio en el presente, hay temas mucho más relevantes como la cesantía, el hambre y la desesperanza, los cuales son tratados de manera secundaria en la agenda post elecciones. La política chilena no ha superado las prácticas del siglo XIX, actúa como si fuéramos un país bajo la bonanza de la minería de la plata y luego del salitre, y sin pobreza. La historia se repite con otros nombres y la misma piedra.

La cultura política chilena ha cambiado poco y está enfocada en la política de salón y de pasillos, tanto de derecha como de izquierda, alejada de las mayorías para quienes el futuro no es sinónimo de esperanza. Mientras sigue aumentando la pobreza -especialmente para quienes pertenecían a la clase media- los miembros partidistas de izquierda se enriquecen gracias a sus contactos dentro del estado chileno y muchos de ellos sentados en la comodidad de un directorio. Agreguemos a lo anterior, los salarios desproporcionados de varios comunicadores de la TV quienes viven otra realidad y sólo les interesa preguntar por el matrimonio igualitario y dejar a un lado la realidad de las ollas comunes y otras carencias que los avergonzarían. Por lo tanto, no hay interés por colocar el tema de la pobreza hasta un nuevo estallido social. De ahí el mérito de José Antonio Kast, de ir contra la corriente de los medios de comunicación e incomodar a la burguesía de los nuevos ricos de izquierda.

La violencia en las calles y el COVID ha generado una nueva pobreza: la caída de la clase media. ¿Alguien le importa? Entre los nuevos pobres podemos encontrar familias que fueron vulnerables o son descendientes de quienes sufrieron la exclusión social, poseen la experiencia para enfrentar la adversidad de ser excluidos y pueden tener fe en salir otra vez adelante. Por otro lado, hay nuevas familias de pobres (ex clase media), que sin tener la experiencia de vivir en la pobreza, tendrán que aprender a sobrevivir. No es fácil para un primerizo(a) vender en el suelo sus escasos productos, y mientras aprenden, se sienten solos y solas al tragar el propio dolor y el dolor de no saber qué hacer para salir adelante porque no están preparados; mientras tanto solo van a ganar migajas y la poca atención de la burguesía de izquierda que sólo aspira a subir los impuestos para incorporar más militantes a un estado rojo y feudal.

José Antonio Kast posee similitudes con las personas más humildes del país: es hijo de una familia de esfuerzo y está en su sangre el conocimiento de la derrota. Contrario de la política elitista de salones y pasillos, José Antonio Kast practica una política en terreno y de cara al país. Fue el único político que se encontró con las personas necesitadas, enfrentando un riesgo para él y también para sus asesores, por colocar el pie en terreno que el narcotráfico –y mucho menos la burguesía de izquierda- no querrá soltar.

Bienvenido José Antonio por los nuevos aires y la buena política.