El omnipresente PC

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política, Sociedad

Quedan dos semanas para las elecciones y hace dos meses que la campaña del Sr. Boric -el adversario no sólo de José Antonio Kast, sino que de todo Chile- mostró su trasfondo impregnado del PC.

A sabiendas de las sospechas y suspicacia natural que genera el Partido Comunista en la población, salvo ese fiel y porfiado 5%, Revolución Democrática y el Frente Amplio -que cuenta con el apoyo de mucho joven de clase media con ganas de tener su propia revolución- con tal de conquistar votos más allá de su original 30%, y que hoy no pasa de 20%, ha hecho algunas jugadas a las que debemos prestar atención. Por una parte, un lenguaje dulzón y meloso que habla de “gobierno cariñoso” y de ternuras varias que consigue no solo ser empalagoso sino también grotesco, pues todo Chile conoce la reverencia de Boric por la violencia e inclusive sus incursiones en el mundo del “lanzazo”.

Por otra parte, ha apostado a mostrarse menos para evitar sus tradicionales errores que van mucho más allá que simples “metidas de pata”. Como campeón del perdón vacío que él es, insiste en disculparse señalando que errar es humano, sin darse cuenta que, su falta de experiencia es simplemente inaceptable para un aspirante a La Moneda. A su vez, y a sabiendas de su nulo liderazgo y preparación profesional y fortaleza mental, se ha rodeado de intelectuales -y de periodistas militantes- a los cuales presenta con gran pompa desenrollando kilométricos pergaminos que relatan abultados currículos llenos de Ph.D., de magister, de trabajo para fundaciones, entre otros, los cuales astutamente los ha presentado como sus asesores económicos. Lo que desconoce es que mucho título y experiencia, principalmente académica en Europa -donde hace décadas se claudicó de la fortaleza y la valentía en pro de abundante progresismo-, no dice nada de la calidad humana, de los principios ni de cómo esa sobreabundancia de títulos puede trabajar para el bien común de la nación. También desconoce que su falsa nueva apariencia intelectualoide, peinado con partidura y anteojos, no consiguen camuflar quien realmente es. Y lo más preocupante, desconoce que Chile sabe perfectamente de la omnipresencia del PC que, cual Sputnik, orbita en todas las esferas de su candidatura, desde el programa de gobierno en adelante.

El PC de Chile tiene fortalezas como la disciplina y el camuflaje. Sabe muy bien cuándo bajar el periscopio para no ser detectado. También sabe escoger muy bien al “gato que va a sacar las castañas” (anarquistas entre 2013 y 2019, barras bravas desde 2019) y también sabe utilizar muy bien la clandestinidad para seguir operando y tramando en absoluto silencio radial. De tiempo en tiempo a más de alguno de sus filas se les arrancan los caballos y emiten declaraciones que delatan su silencioso actuar. Así fue como Teillier afirmara que el programa de su títere Boric, es decir, el programa de Jadue, se cumpliría “al pie de la letra”. Pero el hecho concreto es que su omnipresencia se deja sentir fuertemente. Desde que la Sra. Bachellet -cuya alma siempre ha sido comunista a pesar del carnet del PS- los incluyese en la estructura de su gobierno y cuyos efectos los vemos hasta los días de hoy, notamos que prácticamente no queda espacio en las izquierdas chilenas que no esté bajo el dominio directo o indirecto del PC, razón por la cual es imposible la política de los acuerdos, pues va contra el dogma naturalmente antidemocrático que los rig

Es esta hegemonía e influencia del PC que se extiende desde las izquierdas más radicales llegando hasta la DC (entiéndase la candidata Provoste), es la que tiene también bajo total control de sus lineamientos a la candidatura de Boric. Es cuestión de ver la cara de este último como para darse cuenta que él mismo no sabe “en la que se metió”, y que ahora no tiene cómo echar marcha atrás y arrepentirse de haber sido candidato a la presidencia de Chile, cuando difícilmente ha tenido el preparo y la sabiduría suficiente como para ser diputado, cargo que hasta hoy ostenta, con dieta completa, claro está.

Por lo tanto, tenemos a nuestra nación con un rumbo que todos los ciudadanos esforzados y con dos dedos de frente desean, como lo es la seguridad, el orden, menos burocracia, menos estado y más libertad. El problema es que difícilmente se puede seguir un rumbo con el timón destruido. Siendo así, no hay que ser muy inteligente como para darse cuenta que, si hay que escoger una nueva tripulación, entre una que no sabe dirigir ni tampoco cómo reparar fallas estructurales que ellos mismos crearon, y otra que nos ofrece una navegación turbulenta pero que sabe reparar el timón y tiene mano firme para guiarnos hacia puerto seguro, no hay donde perderse.