Los ogros comunistas tienen fama de comerse las guaguas…

Lo que sí está archi comprobado es que se comen las riquezas de los países, coartan toda clase de libertades y derechos fundamentales; destruyen las instituciones democráticas desde los cimientos, partiendo por las familias, se apoderan del Estado, y a costa de todas las artimañas de la violencia y el engaño (“todas las formas de lucha”, en su jerga) arrasan con todo a su paso.

Para que venga el infierno a la Tierra, en las antípodas del  “venga a nosotros tu Reino” del Padre Nuestro que trae amor y paz, como sólo Dios sabe y puede darla.

Y respecto a los que ni siquiera han podido nacer, son de los más obstinados para impedirlo cada vez que pueden, y las bellas comunistas sonrientes, de labios rojos muy pintados hacen algo infinitamente más cruel: salen de copas con espumante y celebran por las calles con gozo carnavalesco, las leyes que eliminan a los que están por nacer, lo que en verdad es el cáliz de la sangre de inocentes…

Perdónalas Señor, porque no saben lo que hacen…