De mal menor, nada
Joaquín Muñoz L. | Sección: Política

Las encuestas están dando buenos resultados al candidato auténticamente derechista José Antonio Kast, lo que solo ayuda a tener un buen estado de ánimo a sus partidarios, pues, una encuesta no es más que una muestra de la opinión del momento, la que puede cambiar. No obstante, cuando son numerosas las encuestas que arrojan el mismo resultado y hay razones para validarlo, también se ve influido el proceso político. Ya no se trata del estado de ánimo, sino de actitudes.
Esto es lo que está ocurriendo con una parte de la derecha, esa que ha claudicado a defender los principios que dice sustentar y que ahora es gobierno. Desde siempre, más movida por intereses cortoplacistas que por una mirada de futuro y de bien común, el miedo a perder sus mal llamados privilegios ha sido su gran estímulo. Hasta aquí no hay nada de qué sorprenderse, pero esto cambia cuando empezamos a revisar la historia y nos encontramos con esas “genialidades derechistas” que iban a salvar determinadas coyunturas, según sus impulsores. Ya con la bajada de Julio Durán en 1964, se notó claramente que el miedo había pasado a ser el principal estímulo. Este evento fue el gran punto de partida para la política del “mal menor”, muy mal llevada por lo demás, porque, si bien, siempre hay que optar por el mal menor, no siempre se sabe cuál es el mal menor.
La base de apoyo del candidato Sebastián Sichel, el prohombre de esta derecha claudicante, se está desmoronando sostenidamente. Era previsible: el candidato que debiese pasar a la segunda vuelta es Kast porque tiene más votos, puesto que él representa esa fracción del 22 % que votó rechazo, que, en realidad, no fue mayor debido a la maquinaria de fraude muy bien aceitada en muchos locales. Los números no mienten: si a la votación de centro, centroderecha, derecha y algunos nacionalistas, le restamos el citado porcentaje, ganaría Kast porque este espectro representaría cerca del 40 % en una primera vuelta. Ésta es la cuenta que están sacando quienes abandonan a Sichel. La cuestión es asegurar un no izquierdista en la segunda vuelta. “Chaquetear” a Kast podría significar dividir los votos en partes muy similares y posibilitar el paso de Boric y de Yasna Provoste.
El instinto de supervivencia de la derecha claudicante es más fuerte. Ya no da asco apoyar al “fascista o ultraderechista” de Kast, como se le motejó en un comienzo. Está en su naturaleza, ahí tenemos, por ejemplo, el salvataje a Lagos, que significó un “inexplicable” perdonazo a la izquierda, y las candidaturas de dos actores ajenos a sus filas: Piñera y Sichel.
¿Qué debería hacer el Comando de José Antonio Kast para seguir sumando apoyo? ¿Debería cambiar sustancialmente su discurso? Las respuestas son “nada” y “no”, respectivamente. Para sumar apoyo, Kast no debe cambiar nada porque siendo tal cual es se ha ido posicionando cada vez mejor y, por lo mismo, si cambia su discurso, se desperfilaría. Además, ya entró en el proceso de captar votos de Chile Podemos Más y sin esforzarse. Ahora es el mal menor de la derecha claudicante, es decir, votación asegurada.
Sin embargo, queda algo que resolver: el futuro. ¿Qué debería hacer el Partido Republicano y sus aliados dentro del espectro político que va desde el centro a la derecha pura? Simplemente, seguir como hasta ahora, sea o no gobierno.
La fidelidad a los principios resulta fundamental, al igual que a los compromisos de campaña. Bajo ningún respecto preocuparse por sus nuevos aliados en cuanto a asumir posturas ambiguas y acomodaticias. No sería difícil porque ellos están aterrados por la posibilidad de caer en manos de una izquierda cada vez más dura. Incluso Kast y los suyos se podrían dar “algún festín” o “un gustito” con sus eventuales nuevos aliados, quienes solo agacharían la cabeza. No obstante, ellos no harían leña de este árbol caído por decencia y por el bien de Chile y su pueblo. El pueblo chileno no se lo merecería, pues, no es un mal pueblo, aunque sus últimas decisiones electorales muestran una marcada tendencia al suicidio.
¿Qué explicaría todo lo anterior? El fenómeno que aquí ocurre es una izquierda muy exitosa y una derecha o una amplia mayoría de ésta muy cobarde, que es la llamada a enfrentar a la izquierda. Existe una campaña de décadas de los zurdos para destruir nuestros valores familiares y republicanos y el tradicional legalismo, expresado en el respeto a las leyes y la autoridad privada y pública. Antes no habría pasado todo esto. Por su parte, la derecha ha aprobado cuanta ley zurda ha habido, destinada a minar las bases de la República y la convivencia social en todos los niveles. Siempre ha concurrido con sus votos para que la deconstrucción marxista cumpla con sus planes, pese a que la izquierda ha dado innumerables pruebas de que no sabe nada de reciprocidad ni de lo que es una oposición leal. Entre estas inexplicables incongruencias se enmarca haber llevado a un antiderechista a La Moneda, pero, como la incongruencia debía ser mayor, lo llevaron una segunda vez. Las bajezas zurdas siempre pueden ser peor de lo que uno se imagina, así como la insensatez y cobardía derechista también lo pueden ser.
Por todo esto, sería un gravísimo error ver a Kast como un mal menor y, a su vez, resultan cruciales, para los destinos de nuestra Patria, su triunfo y un buen resultado en el Congreso. El desbande de oficialistas hacia Kast y el Pacto Frente Social Cristiano puede ser el primer gran paso para la reconstrucción de la derecha, de una derecha que pueda cumplir con éxito todos sus deberes republicanos y patrióticos. A no perder el rumbo ni la esperanza porque así lo exige nuestro amado Chile.




