Ciclismo de agresión

Gonzalo Rojas S. | Sección: Sociedad

Transcribo casi textualmente el relato de un gran amigo sobre una peligrosa experiencia vivida el pasado domingo 3 de octubre.

Éramos una niña de 15, un universitario de 19 -mis hijos-  yo y el perro. Paseo dominical, pasado el mediodía.” 

Y de repente, ellos.

Eran, no lo sé, ¿mil ciclistas?  Afortunadamente estábamos a unos 300 metros de la comisaria de los Domínicos; creo que eso y el perro (un gran danés) hizo desistir de su primera reacción al tipo que frenó a dos metros de mis hijos y agachándose en la bicicleta como para sacar fuerzas nos gritó: ‘¡fachos c…”. Afortunadamente después de parar la bicicleta y de bajar los pies a la calle, siguió. Luego de mucho andar, ahora tomados de las manos y bien apretadas, al lograr cruzar la calle (caminábamos por la vereda que da al cerro Calán, sin posibilidades de arrancar subiendo el cerro) un par de mujeres, más jóvenes que yo, nos comentaron que a ellas les gritaron: ‘Ya se terminaron los privilegios, c…’. Eran rubias y había un auto Mercedes, eso los justificaría…”.

Y concluye mi amigo:

Gracias a Dios, y al ángel custodio no pasó nada más, de lo contrario quizás qué nos habría pasado.  Llegamos a almorzar en silencio, como a los 15 minutos pudieron hablar mis hijos. Al día siguiente celebramos el cumpleaños del universitario. Me pidió no hablar de ello. No quiere ni recordarlo. El domingo nos sentimos como náufragos en un enjambre de violencia.”

Mientras lo oía, pensé una vez más en la enorme diferencia que hay entre el ciclismo de competencia que sigo continuamente por Tv y youtube, y este ciclismo de agresión que se va instalando en las calles de Santiago. Las mismas bicicletas que les sirven a mis ídolos para conquistar altas cumbres y desde las que se abrazan unos con otros al terminar sus epopeyas, a algunos chilenos los están llevando al sucio abismo de la descalificación y la violencia. ¿’Ciclistas furiosos’ no se llamaban unos desadaptados hace ya años?

Es el enfrentamiento, no la competencia, es la humillación, no la victoria.

Con la misma lógica con que se agrede en La Araucanía, con que se destruye en Plaza Baquedano y en Lastarria, con que se ataca a los que piensan distinto en materias de inmigración, con que se insulta a los candidatos Republicanos, con que se han ‘conquistado’ liceos y universidades, con un mismo siniestro propósito, se comienza a normalizar la ‘caravana de ciclistas’, expresándose en afanes de agresión y de dominio territorial.

En todas esas manifestaciones de violencia se trata de intimidar, de aplicar el “porqué no se van, no se van del país”, de medir las respuestas de los agredidos.

Hasta ahora, son pocos los casos de enfrentamiento directo entre unos y otros. Pero la paciencia de los pacíficos puede llegar pronto a colmarse.